Caminando deprisa, pasé junto a un colegio. A través de una
valla, se veía a niños y niñas pequeños hablando y jugando de lo lindo. Lucía el sol y hacía una estupenda temperatura. Andar observando la escena, interrumpida
por la alternancia de los barrotes, ilustraba la rapidez de la vida.
Súbitamente recordé cuando yo era un niño pequeño, y estaba en otro patio de enseñanza
primaria muy parecido al que ahora veía. Ha pasado toda una vida. Me di cuenta de que hay una luz permanente, eterna, afirmación constante de lo que somos,
que nos acompaña en nuestro caminar. Se experimenta entonces bienestar y felicidad.
José Ignacio Moreno Iturralde
No comments:
Post a Comment