Saturday, January 13, 2018

Del fastidio a la alegría



Al levantarse, uno puede tener muchos motivos para hacerlo; algunos urgentes y poco emocionantes. Podemos encontrarnos también con algunos problemas: familiares, de salud, profesionales. Hay temporadas que se nos presentan bastante cuesta arriba. Hemos de convivir con algunas situaciones y personas que no son de nuestro agrado. En ocasiones, parece como si la nueva mañana no estuviera diseñada para nuestros gustos y legítimas aspiraciones. Volvemos a ver un mundo que nos resulta un tanto cansino y fastidioso, aunque tenga sus buenos momentos. La jornada puede vivirse como algo que no nos realiza plenamente. Pero un día distinto, surge un cambio de interpretación…

El mundo que me toca vivir es el mundo de los demás. Cada mañana nos encontramos con nuestros familiares, colegas de trabajo y amigos. Todos ellos son unos personajes con multitud de cosas positivas, y con defectos; como nosotros mismos. Es el mundo real donde puedo ayudar a los demás; con madurez y sin ser ingenuo. El fantástico y exigente lugar, muchas veces distinto a mis apetencias sentimentales, donde me encuentro con la alegría de compartir, animar, aguantar, enseñar, aprender, perdonar, pedir perdón, llorar y reír. Paradójicamente, ese mundo de los otros es el mío. El mundo del trabajo, de las prisas, de las colas… es plenamente mío, precisamente porque no lo he diseñado con mis apetencias; es el mundo que está fuera de mi epidermis: el barrio de la alegría.

Lo que tiene orden tiene sentido, verdad, bien, belleza. Hay oscuridades, sí; pero las sombras son por las luces, no las luces por las sombras. Continuarán las desgracias de los telediarios y algunos problemas, quizás serios o tal vez no tanto. Pero desde la nueva interpretación de las cosas, la vida irradia alegría y afirmación desde dentro de sí misma. La verdad íntima de la realidad muestra discretamente la fuente de sentido y plenitud de la que procede. Empezamos a valorar más la luz, los colores, las caras de las personas, los defectos superados con un poco de buen humor. Se comienza a comprender que la estructura del mundo está hecha de profunda alegría. El marco de las situaciones cotidianas pasa a entenderse como un extenso y luminoso lugar de plenitud personal. Es entonces cuando uno tiene ganas de sonreír y cantar.



José Ignacio Moreno Iturralde

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