Todas las personas necesitamos
cubrir nuestras necesidades materiales: tener salud, una casa, un trabajo. No
es menos importante tener un proyecto con los demás que merezca la pena y que,
por tanto, suponga esfuerzo y sacrificio. La realidad que más claramente
concreta este noble empeño es la familia. El cónyuge y los hijos, los padres y
los hermanos, suelen ser la humanidad más próxima que se nos ofrece. Otra
realidad privilegiada para este afán de mejorar el mundo es el trabajo. Además
de sostenernos económicamente, el trabajo es un lugar privilegiado para servir
a los demás.
El hombre necesita seguridad pero
también puede estar seguro de que si no arriesga su vida por algo valioso, la
propia existencia termina por ser tediosa y falta de sentido. Una vida tiene humana que tener un fin más importante que ella misma. Esta dimensión de
entrega, aunque cuesta, nos hace más fuertes y felices. Solo potenciando estas
dimensiones de generosidad, y no solo las de necesidad, es donde las personas,
las familias y los pueblos se encuentran a sí mismos.
José Ignacio Moreno
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