Un bosque con luz eléctrica es una horterada. Un bosque de noche es una ratonera. Cuando sale el sol la luz cambia totalmente el panorama y lo hace maravilloso. La oración es algo así: Nos permite ver más los acontecimientos de la vida con los ojos de Dios.
Rezar es hablar con Dios de tú a Tú; rehuyendo el anonimato. La oración supone ejercitar las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad. En la oración nos llenamos de visión sobrenatural. Todo el empeño del diablo está en que abandonemos la oración; sabe que así nos falta la tercera dimensión.
“In te, Domine, speravi”: en ti, Señor, esperé.-Y puse, con los medios humanos, mi oración y mi cruz.-Y mi esperanza no fue vana, ni jamás lo será: “non confundar in aeternum” (Camino, 95). La Cruz de cada día, la vemos haciendo oración. Con la oración le damos la vuelta a la tortilla.
Hemos de luchar por vivir siempre en gracia de Dios. Para esto hemos de frecuentar el sacramento de la confesión. Así, la oración nos ayudará a vivir más la vida de los hijos de Dios. Somos hombres limitados, con defectos, con meteduras de pata, a veces quizás de importancia. Esto no debe apartarnos de la oración: todo lo contrario.
Concretar: oración mental diaria. Es una cita con el Señor.Una sugerencia: al menos un cu arto de hora. Con algún libro que nos ayude: Evangelio, textos litúrgicos, Camino, etc. Mejor... de parado; en un buen momento. Hacer bien la oración introductoria. Apuntar alguna idea que salga en la oración. Sacar algún propósito muy concreto para mejorar la vida.
Puede parecer a veces un monólogo, una pérdida de tiempo, una comedia. Sin embargo le damos una gran alegría al Señor y a la Virgen. Un día la oración,... dos días,..dos meses, dos años..., veinte años. La oración perseverante nos cambia totalmente la vida.
Si tenemos dirección espiritual con algún sacerdote –algo muy conveniente- llevar esos consejos a la oración.
“Llamad y se os abrirá. Pedid y se os dará...” El Señor nos da garantías; pero hemos de pedir bien: hemos de buscar la Voluntad de Dios, que es amabilísima.
La oración es la actividad más productiva del hombre y la más enriquecedora.
José Ignacio Moreno
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