Saturday, December 22, 2007

Navidad de Dios, Navidad de los hombres

A la alegría de la época navideña se le une, a los que vamos teniendo unos años, alguna nostalgia –más o menos pesada- de seres muy queridos que ya fallecieron; de épocas del pasado que fueron intensamente felices. C. S. Lewis escribió que el presente es el punto de encuentro entre el tiempo y la eternidad. En efecto: en el presente vivimos el pasado y nos proyectamos hacia el futuro. El presente no puede ser medido matemáticamente. Nuestro presente es nuestra conexión temporal con la eternidad. ¿Dónde está entonces todo aquello que ya vivimos?...En el fondo del propio corazón.¿Y donde está el fondo del propio corazón? En Dios; y Dios es Amor, y el Amor, la Navidad de Dios, hace nuevas todas las cosas.

En estos días de navidad uno siente la necesidad de comunicar con todos sus seres queridos. Nos gustaría estar con todos ellos juntos a la vez. Internet nos presta un gran servicio; aunque insuficiente para nuestros deseos personales. Nos sale de dentro una tendencia a unirnos a los nuestros. Existe una atracción que sobresale como un faro de luz que ilumina el pasado, el presente y el futuro. Cuando ese amor humano es elevado por la gracia de Dios se comparte su misma vida: uno está en red, aunque de un modo imperfecto, con los demás y con Dios. La vida de Dios nos atrae, nos une. Se incoan las palabras del Evangelio: “Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12, 31-32).”; así como las que dicen “Dios será todo en todos” (I Corintios 5,28).



José Ignacio Moreno Iturralde

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