Saturday, October 20, 2007

Mártires de Madrid, Mártires de España

Los nuevos Mártires de España
Aliento de nuestro testimonio de Jesucristo, Salvador del hombre, en nuestra sociedad
Mis queridos hermanos y amigos:

Muy pronto, el próximo 28 de octubre, ser¡án beatificados en Roma 498 Mártires del siglo XX en España. Murieron por Cristo, con Cristo y en Cristo, completando en su came y con la oblación de sus vidas los dolores de su Pasión (cfr. Col. 1, 24-25). No rehusaron la Crrz; la abrazaron por amor: ¡Amor más grandede! ¡Amor valiente y humilde a la vez! Amor a Dios, a Dios que es Amor: al Hijo de Dios, hecho hombre hasta la muerte y una muerte de cruz por nuestra salvación. Amor pues a Jesucristo, Redentor del Hombre y, por ello, Amor verdadero a los hombres. Amor encontrado y vivido en el seno de la comunión de la lglesia, Cuerpo de Cristo: Amor alimentado en la Comunión Eucarística y descubierto en su más honda y delicada finura en el regazo de la Virgen María como fruto y don del Espíritu Santo, la Persona-Amor en el Misterio de la Trinidad Santísima.

De los 498 Mártires de España, 232 han sufrido su Martirio en Madrid. Solamenfe tres habían nacido en la capital de España; el resto procedía de los más variados lugares de toda la geografia patria, de Galicia a Cataluña, de las Vascongadas a Andalucía, de León, de Castilla-La Mancha, de Extremadura, de Valencia... Toda una muestra de la profunda raíz cristiana que los unía en
el tronco común de la Iglesia y que reflejaba la honda unidad espiritual en la que vivían y con la que se configuraba la realidad humana, cultural y social de sus pueblos y ciudades. ¡Los Mártires de Madrid eran verdaderamente Mártires de España! Veintitrés religiosas Adoratrices, Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad; sesenta y cinco Agustinos; cuarenta y un Salesianos y un laico cooperador; treinta y ocho religiosos Dominicos y cuatro religiosos Marianistas... conforman ese nuevo y rico retablo de los Mártires de Madrid y Mártires de España. Llama poderosamente la atención su acentuado perfil joven. La edad de sesenta de ellos -un poco más de la cuarta parte- está comprendida entre los diecisiete y los treinta años. La historia interior y exterior de cada una de sus vidas y, sobre todo, su capítulo final, e1 de las circunstancias de su Martirio, conmueven y aleccionan con una fuerza espiritual singular. Habían ido madurando su juventud en el amor a Cristo y en el compromiso de consagrarse a su Reino, el que se había
instaurado definitivamente con su Cr-uz y desde su Cruz gloriosa para la salvación del mundo. Fieles a la llamada, consumarán su fidelidad con la paciente, desprendida y entregada actitud del que supera la comprensible flaqueza humana y el temor a la tortura, al tomento y a la muerte, uniéndose al "Cordero Inmaculado", al Señor de la Historia, a Jesucristo, en el amor y en
el perdón. Su testimonio se encuadra en el de los miles y miles de mártires del siglo XX, que nos recordaba Juan Pablo II en el Gran Jubileo del año 2000, como "más fuerte que las insidias y violencias de los falsos profetas de la irreligiosidad y del ateísmo", y que recogíamos los Obispos Españoles muy particularmente en nuestra memoria del siglo XX en España: "La fidelidad de
Dios dura por siempre. Mirada de fe al siglo XX"; y en el Mensaje de nuestra Asamblea Plenaria del pasado abril, anunciando la Beatiñcación de nuestros nuevos Mártires de España.
¡Testigos heroicos de la Fe en Jesucristo! ¡Testigos insignes del Amor de Dios al hombre! Eso han sido de nuevo para nuestro tiempo, y de un modo muy significativo para Madrid y para España, nuestros nuevos Márlires! Su Memoria, actualizada y reconocida solemnemente por la Iglesia Universal y por su Pastor Supremo, adquiere un especial valor para nuestros jóvenes:
¡para la Misión Joven de Madrid! Ellos nos indican cual es el camino a seguir en la forma, en el estilo y en la fuerza inspiradora de nuestros testimonios misioneros, que no puede ser otra que el amor de Cristo, conocido y reconocido ejemplarmente junto a su Madre y nuestra Madre, la Santísima Virgen de La Almudena; amor transformador de la mirada y la disponibilidad espiritual de nuestros corazones. El que ama con Cristo yq al hombre, al otro joven, de un modo radicalmente nuevo, que el mundo no conoce, ni enseña, ni es capaz de vivenciar ni -de comuqicar- Se dice, y se pretende mostrar, con un acercamiento superficial y supuestamente neuftal y objetivo al fenómeno de las religiones, que la fe en Dios y que el amor a Dios genera violencia. Lo que es verdad y ha sido verdad a lo largo de toda la historia, muy especialmente la
del siglo XX es todo lo contrario: el amor a Dios, presentado, encamado y etregado en Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, lo que produce es amor misericordioso, ofrecido en total gratuidad al hombre. ¡Produce Mártires! No es extraño, por tanto, que los detentadores del poder humano pretendan, y traten por todos los medios, de hacer comprender a las jóvenes generactones lo contrario. ¿Es posible que nos hayamos olvidado ta¡ pronto de las más horrendas tragedias de la humanidad, las del siglo pasado, con sus dos guerras mundiales y con dos regímenes políticos que, negando explícita y militantemente a Dios, despreciaron al hombre y lo humillaron hasta los extremos más duros.
Al que no era de "su raza'', se le calificaba de "Untermensch" -de "infrahombre"- indigno de üvir; ¡ al que no pertenecía a "su clase", se le declaraba enemigo del pueblo y destinado al "gulag" y al exterminio. Y ciertamente los actuales fanatismos religiosos no se curarán negando la verdad y el amor de Dios a través de fórmulas criptoreligiosas de un laicismo radical y autosuficiente, sino buscándola y encamríndola lo más auténticamente posible.

La Archidiócesis de Madrid quiere seguir fiel y gozosa con la Misión de dar a conocer la verdad y el Amor de Cristo, entrañada tan a fondo en toda su historia personal y colectiva, a la juventud de Madrid y a todos los madrileños, con la sencillez valiente, con la humilde claridad y con la
paciente, pacífica y reconciliadoractitud de su Mrártires.

Muchos deberíamos ser los madrileños que nos uniéremos a la peregrinación de todas la diócesis españolas a Roma para participar en la hermosa Liturgia de su Beatificación, muy cerca de los sepulcros de los Príncipes de los Apóstoles, los grandes Mártires Pedro y Pablo. ¡Muy cerca
del Santo Padre! La presencia en Roura nos ayudará extraordinariamente a encontrar y a fortalecer con nuevo vigor del Espíritu el ritmo del corazón de la Iglesia en Madrid y en España y el de nuestro propio corazón en el ejercicio renovado y actualizado del amor a nuestros hermanos.

Con todo afecto y mi bendición.
+Antonio Rouco Varela
Cardenal-Arzobispo de Madrid

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