Saturday, September 22, 2007

San Mauricio: objetor de onciencia


El tema de los objetores de conciencia no es de nuestros días. Ya existieron en el siglo III de nuestra era cristiana.

El emperador Maximiano marchaba a la Galia a sofocar una revuelta. Tenía entonces el emperador una legión por nombre Tebea. Eran soldados cristianos que procedían del Alto Egipto. Al mando de esta legión estaba Mauricio. Justo antes de marchar para Francia, visitó Mauricio al Papa Marcelo en Roma.Iban las tropas de camino. Se detuvieron en Suiza por orden del emperador, que era un estricto observante de la religión pagana, para ofrecer sacrificios a los dioses con el fin de que los protegieran en las batallas que les aguardaban.Y he aquí que los soldados valerosos de esta legión se niegan en rotundo a hacer semejante culto a los dioses romanos. Ante esta actitud insólita, son apartados del resto del ejército y acusados de sedición. Mauricio arguyó que si no les obligaban a sacrificar a los dioses lucharían contra el enemigo de Roma pero que si les obligaban ellos renunciaban incluso a defenderse del castigo que les impusiese el emperador.Maximiano se enteró de lo que consideró una deserción y ordenó que los decapitaran a todos. Los tebanos, en lugar de atemorizarse por la futura muerte, dan muestras de una valentía increíble. Levantan un altar cerca del lago Lehman, donde se encontraban, y esperan su martirio. Este se produce inexorablemente. Tres soldados de otras legiones que se negaron por respeto a apropiarse de las propiedades de los Tebanos y confesaron su fe, fueron martirizados también.

Los cristianos, siempre amantes de sus héroes santos, comenzaron a tributarles culto en el siglo IV. Es más, se comprometieron a dar a conocer esta hazaña al mundo entero mediante cartas o viajes por el imperio. Muchos soldados cristianos después a lo largo de los siglos, cuando tenían que luchar, rezaban a san Mauricio y su legión para que los defendiera de los peligros de contaminarse con el afán de rapiña, venganza, y lo que pudiese desdecir del caballero cristiano. Más vale una muerte digna por amor a Dios que una vida hipócrita por amor a los hombres.

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