Hace unos meses mi amigo Luis recibió una llamada, desde Alemania, de un amigo suyo. Tal amigo le comentó que su mujer estaba embarazada por fecundación artificial. Se había diagnosticado al feto un gran bulto en el cuello de un tamaño similar a la cabeza y les habían sugerido la posibilidad de abortar. Luis, castellano directo, le comentó que a la barbaridad de tener un hijo por fecundación artificial no debía añadir el crimen de una criatura inocente. Su amigo se enfadó con él por tan rotunda respuesta; quizás sin reparar que había llamado para pedir consejo. Tras algún tiempo el amigo de Luis volvió a llamarle para decirle varias cosas: Había desaparecido el bulto del feto, su mujer quería bautizar al niño cuando naciera; para lo que juzgó conveniente bautizarse ella también. Habían decidido llamar al niño Marcos Luis y querían que Luis fuese el padrino del bautismo del niño; cuestión que fue aceptada de inmediato. Queda algo más: El amigo de Luis estaba casado civilmente con su actual mujer; pero con anterioridad se había casado por la Iglesia con otra señora. Recientemente le ha llegado un comunicado de la parroquia donde se casó para decirle que aquél matrimonio no fue válido porque el sacerdote que lo celebró no tenía las oportunas licencias. El próximo día 3 de diciembre tendrá lugar el bautizo del niño.
José Ignacio Moreno Iturralde
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