Thursday, December 22, 2005

Una estatua escondida

En un rincón escondido de Madrid hay una estatua de Jesús de Nazaret muy jovencillo, entre diez o doce años. La figura debe tener un poco más de metro y medio de alta; le falta un brazo y tiene alguna muesca en la cara, tal vez por una pedrada. Contrastan los adornos luminosos de la ciudad con esta solitaria y olvidada estatua. Me he parado alguna vez a mirarla: me parecía advertir en el hijo de María un gesto de decisión incondicional en su misión, a pesarde la ingratitud de los hombres. Quizás esas heridas en la piedra pudieran significar una estrecha solidaridad y deseo de compañía del Emmanuel con todos, pero especialmente con aquellos que tienen su vida amputada de alguna manera: enfermos, marginados, personas sin un futuro humano claro. Pensaba que el mensaje de la Navidad -dos milaños después- tiene una vital actualidad aunque pasa con frecuencia oculto y escondido, como aquella estatua.
José Ignacio Moreno Iturralde

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