Monday, August 22, 2022

Ser un caballero.

Un animal macho se comporta como tal. Un hombre no puede comportarse simplemente así. Si rebaja su dignidad personal, termina siendo un machista. Ser un bestia y dejarse llevar por instintos de macho, sin que medie el respeto y la razón, se hace patente en conductas lamentables. De modo análogo, una mujer que se comportara como una simple hembra, fomentaría una conducta penosa.

Ser masculino implica mucho más que ser macho. Añade una dimensión psicológica y de conducta, con características conocidas. Hay quienes dicen ver en esto estereotipos sexistas, y algunos existen. Pero, hoy por hoy, no se me ocurre llevarle a mi padre un ramo de flores por su cumpleaños. Lo masculino tiene sus propiedades específicas, en parte permanentes y en parte cambiantes.

Los caballeros iban en otros tiempos a caballo. Tenían una misión que requería ir más rápido y a mayor altura. Hoy también se puede ver las cosas más ágilmente y con una visión panorámica, procurando ser un hombre de bien. Lo caballeroso lleva en alto a la masculinidad.

Un caballero es un hombre que respeta, porque esta es la primera condición del amor. En primer lugar, tiene respeto por sí mismo: por esto trabaja duro, e intenta tratar a otros como le gustaría que le trataran a él. No se emborracha, porque le parece indigno de su porte el perder la conciencia de un modo tan ramplón. Fomenta las virtudes humanas, como la justicia y la templanza. Cuando se equivoca, como todo ser humano, pide perdón y se levanta para seguir avanzando. Ve a las mujeres como lo que son, personas dignas de ser admiradas. Si está casado, quiere a su esposa porque entonces ella es el camino que él tiene que recorrer en su vida. Aunque puedan existir dificultades, sabe descubrir en la sonrisa de su mujer algo inmensamente valioso.

Un caballero se esfuerza; no es un cobarde. Lucha, ante todo, contra sí mismo; para dar una respuesta positiva a la vida que le ha sido otorgada. Se sabe hijo y se entiende enraizado con sus padres y hermanos. Cuando las cosas se ponen difíciles, pide ayuda, juega en equipo, y se da cuenta que en los momentos de apuro se puede sacar mucha sabiduría. Por otra parte, eleva aún más su masculinidad, cuando ejerce la paternidad sobre sus hijos e hijas. Les educa y les da ejemplo, dándose a sí mismo con empeño, olvido de sí y alegría.


José Ignacio Moreno Iturralde

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