Me hablaron de una chiquilla, que se quedó embarazada.
Era una quinceañera; yo nunca supe quién era,
me dijeron que rezara, que pidiera,
porque la puerta a la vida, iba a ser pronto cerrada.
Los padres de la muchacha, no quisieron ser abuelos,
no hubo actitud valiente, no se abrieron a los cielos,
por el serio inconveniente, buscando no padecer,
no le dejaron nacer.
Toda una historia de juegos, de lágrimas y sonrisas,
de crecer y de ser joven, y de tomar decisiones,
de primaveras y brisas,
de estrechar los corazones,
le fue negada, le fue abatida,
a la más pura inocencia se le cortó la salida.
Niño desconocido, no me quedo en el lamento de tu
memoria,
confío en ti y en tu Gloria,
y te pido que des liebre por gato,
y concedas, con un amor de arrebato,
que la luz pura de la misericordia,
se derrame sobre las sombras del mundo y de la
historia.
José Ignacio Moreno Iturralde
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