Wednesday, August 31, 2022

La vocación originaria de la inteligencia.


Es hermoso ver despegar un avión, desafiando la ley de la gravedad. Como muchas otras, la aviación es una manifestación estupenda de la inteligencia humana.

La razón, como una especie de luz interpretativa, es capaz de descubrir leyes generales a partir de situaciones particulares. El cerebro es la condición material que nos permite desarrollar este ingenio racional, capaz también de reflexionar sobre sí mismo y corregirse. La razón humaniza la realidad no solo haciendo técnica,  sino también arte. El arte es una representación de lo real, incluso de modo simbólico. Esto va más allá de cualquier posibilidad exclusivamente material. 

La vocación originaria de la inteligencia es la apertura a la realidad: un mundo que trasciende nuestra mente. Ciertamente entendemos según nuestro modo de ser, desde una posición limitada y concreta. Esta situación personal contrasta con la capacidad de abrirnos a la grandeza de la realidad, y de muchas de sus causas. Sin embargo, los errores de percepción y las experiencias difíciles, pueden llevarnos a un descontento por el mundo que nos rodea. Además, la razón tiene otra tendencia, opuesta a la apertura, por la que puede enroscarse sobre si misma, deformando la veracidad de la realidad. Esto puede llevar, sino se combate, a lesionar la condición originaria de la inteligencia, personal y socialmente. 

La tendencia hacia lo real es la fuente de la creatividad y del progreso. Sólo así la mente humana seguirá siendo capaz de hacer cosas originales. Quizás el logro más interesante sea dar una respuesta personal,  irrepetible,  madura y feliz a la aventura de vivir. 



José Ignacio Moreno Iturralde 


Monday, August 29, 2022

Nueva ley del aborto para menores, patria potestad y libertad ciudadana.

Una nueva ley de aborto incluye la modalidad de que las chicas menores puedan abortar, sin permiso paterno. Me pregunto en qué medida respeta esto la patria potestad, si es que este concepto sigue hoy mereciendo algún tipo de consideración. Actualmente, en nuestro país, suceden cosas singulares: los hombres pueden pasar a ser mujeres y viceversa. Eliminar al hijo de las entrañas es un derecho, mientras que defender la dignidad de la vida de todo nonato es considerado como una imposición autoritaria. El matrimonio ya no requiere ni siquiera la complementariedad de madre y padre. Se ha recortado la libertad de educación de los hijos, para los que tienen menos ingresos económicos. Hay una idea dominante de una sexualidad, descomprometida e individualista, que se enseña obligatoriamente en los institutos públicos, sin consideración a ninguna conciencia disidente. Se plantea ahora también que en las escuelas del estado se dispensen medios anticonceptivos. 

Durante el actual gobierno, la idea de familia se ha vuelto todavía más líquida, fragmentaria y maleable. Pero lo más humillante es que todo esto se hace en nombre de la libertad. Toda una ingeniería social ha decidido cambiar la antropología natural humana por una ideología al servicio del poder. Si se logra una familia frágil, los ciudadanos pasan a depender cada vez más del estado. Ni siquiera se puede disentir democráticamente de algunos de sus dogmas “progresistas”, sin entrar en una zona de peligro laboral y penitenciario. Incluso, se hacen listas de objetores de conciencia para los médicos defensores de toda vida humana, mientras el país se despeña demográficamente. Todas estas legislaciones quizás tienen una cosa clara: la familia es el último baluarte frente a los estados prepotentes y tiranos. Esto se debe a que la familia, con todas sus exigencias, es la escuela más humana de libertad.

 

José Ignacio Moreno Iturralde

Monday, August 22, 2022

Ser un caballero.

Un animal macho se comporta como tal. Un hombre no puede comportarse simplemente así. Si rebaja su dignidad personal, termina siendo un machista. Ser un bestia y dejarse llevar por instintos de macho, sin que medie el respeto y la razón, se hace patente en conductas lamentables. De modo análogo, una mujer que se comportara como una simple hembra, fomentaría una conducta penosa.

Ser masculino implica mucho más que ser macho. Añade una dimensión psicológica y de conducta, con características conocidas. Hay quienes dicen ver en esto estereotipos sexistas, y algunos existen. Pero, hoy por hoy, no se me ocurre llevarle a mi padre un ramo de flores por su cumpleaños. Lo masculino tiene sus propiedades específicas, en parte permanentes y en parte cambiantes.

Los caballeros iban en otros tiempos a caballo. Tenían una misión que requería ir más rápido y a mayor altura. Hoy también se puede ver las cosas más ágilmente y con una visión panorámica, procurando ser un hombre de bien. Lo caballeroso lleva en alto a la masculinidad.

Un caballero es un hombre que respeta, porque esta es la primera condición del amor. En primer lugar, tiene respeto por sí mismo: por esto trabaja duro, e intenta tratar a otros como le gustaría que le trataran a él. No se emborracha, porque le parece indigno de su porte el perder la conciencia de un modo tan ramplón. Fomenta las virtudes humanas, como la justicia y la templanza. Cuando se equivoca, como todo ser humano, pide perdón y se levanta para seguir avanzando. Ve a las mujeres como lo que son, personas dignas de ser admiradas. Si está casado, quiere a su esposa porque entonces ella es el camino que él tiene que recorrer en su vida. Aunque puedan existir dificultades, sabe descubrir en la sonrisa de su mujer algo inmensamente valioso.

Un caballero se esfuerza; no es un cobarde. Lucha, ante todo, contra sí mismo; para dar una respuesta positiva a la vida que le ha sido otorgada. Se sabe hijo y se entiende enraizado con sus padres y hermanos. Cuando las cosas se ponen difíciles, pide ayuda, juega en equipo, y se da cuenta que en los momentos de apuro se puede sacar mucha sabiduría. Por otra parte, eleva aún más su masculinidad, cuando ejerce la paternidad sobre sus hijos e hijas. Les educa y les da ejemplo, dándose a sí mismo con empeño, olvido de sí y alegría.


José Ignacio Moreno Iturralde

Sunday, August 21, 2022

Al niño que no dejaron nacer.


Me hablaron de una chiquilla, que se quedó embarazada.

Era una quinceañera; yo nunca supe quién era,

me dijeron que rezara, que pidiera,

porque la puerta a la vida, iba a ser pronto cerrada.

 

Los padres de la muchacha, no quisieron ser abuelos,

no hubo actitud valiente, no se abrieron a los cielos,

por el serio inconveniente, buscando no padecer,

no le dejaron nacer.

 

Toda una historia de juegos, de lágrimas y sonrisas,

de crecer y de ser joven, y de tomar decisiones,

de primaveras y brisas,

de estrechar los corazones,

le fue negada, le fue abatida,

a la más pura inocencia se le cortó la salida.

 

Niño desconocido, no me quedo en el lamento de tu memoria,

confío en ti y en tu Gloria,

y te pido que des liebre por gato,

y concedas, con un amor de arrebato,

que la luz pura de la misericordia,

se derrame sobre las sombras del mundo y de la historia.



José Ignacio Moreno Iturralde

Saturday, August 20, 2022

Del sentirse bien al vivir con sentido.


Todo el mundo desea seguridad y bienestar. Es bueno tener satisfacción familiar, profesional y de salud; pero es importante pensar si esto es lo único que de hecho nos preocupa.

Necesitamos unas buenas relaciones personales y familiares, una capacitación académica y un trabajo digno. Todo esto supone mucha dedicación y esfuerzo, y merece la pena hacerlo. Pero hay temporadas en que estas condiciones no se dan. Tener bienestar y comodidad es solo una parte de la película de nuestra vida.

Nos hace falta tener un sentido profundo de todo lo que hacemos. Aquí es donde juega un papel crucial la generosidad. Ser generoso ante las necesidades de los otros no solo es dar de lo que nos sobra, sino emplear la vida entera en una aventura de solidaridad con nuestros semejantes. Esto no significa descuidar nuestros legítimos derechos y necesidades; sino vivir por algo superior a una situación acomodada. La generosidad no siempre es correspondida, pero la mayor satisfacción que produce esta virtud es saber que he actuado con nobleza y valentía ante los problemas del mundo. Hacerlo de un modo sensato es empezar por cuidar nuestras relaciones más cercanas: familiares, laborales y sociales. Por tanto, quizás no se trata de hacer cosas muy distintas, sino las que ya hago pero desde un nuevo enfoque, que sin duda supone esfuerzo, pero que resulta liberador y portador de alegría. La grandeza de todo esto reside en que se agranda nuestra capacidad de amar, cosa que ayuda poderosamente a los demás.


José Ignacio Moreno Iturralde

Friday, August 19, 2022

La aventura de la fidelidad.

Hay algo más arriesgado que comprometerse: no comprometerse. Esto se debe a que la categoría moral de una persona está relacionada con la categoría de los compromisos que adquiere.

Existen responsabilidades divertidas, como ser hincha de un equipo de fútbol; que a veces se toman demasiado en serio. Se diagnosticaría como muy preocupante, que un aficionado de un equipo se pasara a otro equipo rival. Quizás si un padre se cambiara de chaqueta futbolística en atención a su hijo, tal problemática acción sería juzgada con atenuantes. Pero la verdad es que no pasa absolutamente nada si me paso a defender otros colores en la liga. Por lo menos se pueden admitir opiniones diversas al respecto.

Nos encontramos con otros compromisos más serios, como los profesionales. Dejar en la estacada a una empresa, sin respetar las condiciones del contrato, es una falta de profesionalidad. Por supuesto puede suceder a la inversa. Los pactos son para cumplirse, decían los romanos. Ahora bien, la índole de este compromiso es un contrato laboral, que no me obliga a una permanencia perpetua.

También se dan compromisos cruciales, para toda la vida. En estos compromisos juega un papel muy relevante la libertad, porque aun siendo los más importantes no son obligatorios. Si decido casarme, lo hago porque quiero; pero la magia del matrimonio es que es para toda la vida. Sobre el amor conyugal se puede decir, como alguien me enseñó, que el amor nunca pasa y si pasa no es amor. La naturaleza del matrimonio pide esa permanencia, de la que tan beneficiados salen los hijos. Ciertamente hay excepciones que pueden anular la viabilidad y la veracidad de una unión. Pero otra cosa es supeditar el matrimonio al personal estado de satisfacción emotiva, que suele ser variable. De las rupturas, actualmente tan habituales, surgen vidas fragmentadas, desarraigadas e inseguras.

Establecer un compromiso de por vida, requiere creer en algo más que un satisfactorio electrocardiograma de mi felicidad. Supone estar convencido de que hay algo por encima de la cabeza de los cónyuges, que les ayuda a tener un mismo corazón. Pese a todas las mareas y tormentas del mundo, quien tiene y cuida un cable que lo ata al firmamento, podrá llevar la barca de su familia al puerto de la promesa cumplida. Esto es lo que realiza a la mujer y al hombre casados. Se trata de una decisión romántica y épica porque, como se ha escrito, la fidelidad es el nombre del amor en el tiempo.

También hay personas no casadas que pueden estar comprometidas con causas que comprometen la vida entera. Pueden ser causas buenas, incluso excelentes. No están reservadas para corazones secos; en muchos casos las asumen personas de un gran corazón.

No comprometerse, ir uno a lo suyo, buscar convulsamente la propia felicidad, parece un camino auténtico. Sin embargo, es un auténtico engaño. Como decía Saint Exupéry, el ser humano es el que crea lazos. Sin lazos, la persona termina en la amargura de la soledad.

El precio de la felicidad no será siempre un montón de beneficios. Puede haber momentos difíciles y duros contratiempos. Pero siempre quedará la aventura humana y familiar de haber seguido, por los mares del mundo, una gran estrella que me ha guiado. Una estrella luminosa y comprensiva, que redirecciona nuestras desviaciones y errores, por muy serios que sean. Parece pequeña, pero es un astro enorme; capaz de orientar al más perdido, encontrando soluciones, si decide volver por la ruta llevadera, humilde y valiente de la fidelidad.


José Ignacio Moreno Iturralde



 

Wednesday, August 17, 2022

La paradoja de la paz.

Todo el mundo desea una convivencia pacífica, como uno de los bienes sociales más preciados. Sin embargo, la guerra es una constante de la historia humana. También a nivel personal, la paz es un tesoro. Pese a esto, mantener un ánimo sereno de un modo habitual, es algo que no sale solo. Las adversidades exteriores y las ansiedades interiores no nos lo ponen fácil.

Un gran amigo me dijo una vez que los males del mundo eran la falta de moralidad y el exceso de ambición. Pienso que por moralidad se refería al esfuerzo por ser mejor persona. Respecto a la ambición es bueno tenerla, pero procurando que la avaricia no rompa el saco. Para tener un modo de vivir acertado, es precisa una referencia a la verdad de las cosas. Este realismo no supone una necesaria oposición a la subjetividad personal. La verdad, si sabemos entenderla, es la que nos deja tranquilos, con paz interior. Necesitamos vernos con una luz distinta a la nuestra para ser quien somos, como le pasa a la tierra respecto al sol.

En la paz se dan cita muchos factores: el esfuerzo personal y social, el equilibrio de intereses, la ordenación de las prioridades... Pero todo esto no es suficiente, como comprobamos una y otra vez. Además de a nuestros errores, esto puede deberse a que la persona humana no es un ser completo en sí mismo. Estamos diseñados para compartir y para confiar. Es una paradoja, pero solo estamos tranquilos cuando cedemos el timón de nuestra vida a alguien a quien queremos y en quien confiamos. Esto no supone una dejación de derechos, ni de responsabilidades, sino un modo nuevo de vivir libre y responsablemente.

Por esto hemos de pensar en quién hemos puesto nuestra confianza; porque si acertamos, tendremos la paz que el mundo no puede dar.


José Ignacio Moreno Iturralde 
 

Tuesday, August 16, 2022

La sabiduría de la sencillez.

Contemplar una manzana o una vaca no conlleva mucho sobresalto. Se trata de seres diversos, que no tienden a ser otra cosa distinta a lo que son. Sin embargo, las personas somos libres y tenemos proyectos e ilusiones: queremos ser el que todavía no somos. Por otra parte, hay mucha gente que trabaja en oficios que quizás no cumplen sus sueños de la infancia o de la juventud. Pese a esto, algunos son unos profesionales con un salero envidiable. Desde luego, es estupendo triunfar profesionalmente; pero más importante es triunfar personalmente en la vida. Para esto se requiere algo complicado: la sencillez.

La sencillez toma la vida como viene, asume las propias limitaciones, llora sin venirse abajo y ríe sin histerismos. Se trata de una virtud que aporta mucha fortaleza, porque se enraíza en la verdad: Hay miles de millones de personas, y nadie puede decir que una sea más importante que la otra.

La sencillez, esa heroica conquista, es una paradoja. Al percatarse de la propia pequeñez, la persona se hace grande. Ensancha su horizonte con la fantástica capacidad de valorar tantas cosas buenas de la vida, especialmente la existencia de familiares, amigos y conocidos. Si algo duro e incomprensible sucede, la sencillez puede aceptar que no podemos explicarlo todo, y seguir hacia adelante. Con esta actitud, se disfruta de una merienda familiar, de un partido de fútbol, e incluso del despertarse temprano en la mañana de un lunes. Esto ocurre no porque todo sea agradable, sino porque las cosas adquieren el valor de un singular detalle dentro del cuadro del artista o de la novela del escritor. La persona que descubre, tras mucho rogar a lo alto, el realismo y la descomplicación interior, experimenta una liberación por la que es capaz de saberse conectada con una realidad enorme y un misterio infinito. Pese a todo, podemos volver a ver una manzana o una vaca sin gran emoción; pero con una sonrisa. Por esto, la sabiduría de la sencillez nos hace ser grandes.


José Ignacio Moreno Iturralde

 

Monday, August 15, 2022

Momento y eternidad.


Pensar en la eternidad puede resultar algo incierto, lejano y lleno de nubes blancas; algo que no parece a primera vista muy atractivo. Pero tal vez hay otro modo más real de pensar qué es la eternidad. Considerar que el Principio no tuvo principio es algo que la razón humana no puede abarcar; tan solo le cabe quitarse el sombrero con admiración. Este principio absoluto es el Origen y, por esto, todo lo que conecta con lo originario es muy auténtico e innovador.

El tiempo entendido como una mera sucesión de vivencias y de segundos materiales, acaba resultando desolador: melancólico y sin sentido. Sin embargo, podemos entender el tiempo como la medida de la existencia de las cosas, constantemente conectadas a su fuente radical de existencia. Es algo parecido a la relación entre una película y el proyector que hace posible que se proyecte. Entonces, cada instante cobra un cierto valor de eternidad.

San Juan dice que Dios es caridad (1 Jn 14, 16). Se trata de un contenido de fe; por otra parte, razonable. Realmente la caridad, la afirmación amorosa y desinteresada del valor de las personas y de las cosas, es lo único que tiene en sí mismo la razón de su existencia. Los niños, quizás los más sabios, viven con intensidad el presente. Los jóvenes miran el futuro de su vida. Los adultos hacen frecuente balance de la suya. Muchos ancianos recuerdan el pasado. Pero es posible unir presente, pasado y futuro, en el espíritu de la persona, como afirmó Agustín de Hipona. Se dan momentos sosos, otros fantásticos, algunos espantosos. Hay metas que conseguiremos y otras que no. Hubo cosas que hicimos bien, mientras que otras fueron errores. Pero si la eternidad es la vida de Dios, el amor tiene jurisdicción sobre el tiempo. Por esto, puedo sinceramente pedir perdón y así cambiar eficazmente mi vida.

Si tengo más conciencia de eternidad no vivo en las nubes, sino todo lo contrario: encuentro en cada momento un gran sentido, que motiva, tonifica y da salero a la vida cotidiana.


José Ignacio Moreno Iturralde

Sunday, August 14, 2022

Lo masculino y lo femenino: dos miradas que se iluminan.


Cien billones de células XY o cien billones de células XX es una diferencia genética, originaria, entroncada en lo que antes se llamaba linaje; es decir, en el género que genera la mayor de las solidaridades conocidas: las relaciones paterno filiales, que entroncan con un árbol milenario de familiares.

Por la calle se ven personas, mujeres y hombres, cada uno con su historia, con sus aspiraciones, tendencias, penas e ilusiones. Seres hechos para ser libres como las águilas; unas aves que tienen unas alas muy pesadas. Personas que, en sus quehaceres, buscan forjar su identidad a través de sus experiencias en el mundo. De todas las diferencias posibles, la distinción entre lo femenino y lo masculino es una de las más admirables. Se trata de una diferencia que se descubre desde una mirada intercambiada desde un plano de radical igualdad.

El hombre puede descubrir en la mujer el encanto, el significado y el descanso de su vida. La mujer se ve más dotada de sentido al verse valorada, cuidada y respetada por un hombre que la quiere y al que quiere. Si se casan -esa fantástica osadía humana- y tienen hijos, la masculinidad se perfecciona en la paternidad y la feminidad en la maternidad. La mirada conyugal entre mujer y hombre gira en un círculo virtuoso, en el que se reflejan los ojos de hijas e hijos. También es posible esa mutua admiración si los hijos no vinieran.

La lamentable sucesión de abusos pasados y presentes son una historia de lo brutal, cobarde y machista; características diametralmente opuestas a la masculinidad de un hombre cabal. Por otra parte, las separaciones y divorcios, que tanto proliferan hoy en día, no han de olvidar el atractivo de la ecología familiar; del mismo modo que los incendios no pueden negar la belleza de los paisajes naturales.

La mirada cordial de la mujer, ayuda al hombre a encontrarse a sí mismo; y viceversa. Los proyectos personales, de hombres y mujeres, son importantes; y se ha avanzado en el respeto a la igualdad en el mundo académico y profesional. Todavía queda mucho por mejorar. Pero lo vida no es solo una sucesión de tareas y logros, sino un misterio y un regalo. La antropología más profunda habla del ser humano como alguien que tiene una misión que cumplir. Tal nervio de la vida es en parte concedido y en parte personalmente desarrollado. Si nos olvidamos de la prioridad de lo que somos respecto a lo que queremos, nunca podremos encontrarnos a nosotros mismos. No se trata de defender una resignación depresiva, sino de aceptar libremente un modo de ser personal que tiende a la excelencia. Los problemas y nudos en la propia existencia no son un expediente para querer ser lo que no somos, sino precisamente la fragua de fuego para sacar adelante lo mejor de nosotros mismos. La lógica de la creación tiene límites, como los tiene un bosque, las montañas, o una buena historia. Pero es desde esos límites, a veces incomprensibles y dolorosos, desde los que se puede mirar el mar, el cielo, las estrellas, y un camino personal que se dirige a mucho más allá que uno mismo.

Siempre se ha dicho que detrás de un gran hombre hay una gran mujer; pero quizás convenga hoy recordar que detrás de una gran mujer hay un gran hombre. Esto no implica necesariamente una vocación conyugal, puede tratarse de otro tipo de relación familiar o de amistad. Pero la distinción entre lo masculino y lo femenino constituye nuestras raíces y nuestra condición para vivir un amor maduro, que da fruto.


José Ignacio Moreno Iturralde

Friday, August 12, 2022

La luz en el dolor.

Puede ocurrir que un teórico del dolor sienta como un gran contratiempo un leve dolor de cabeza, o la falta de café en el desayuno. Pero además de teórico, se puede ser testigo de comportamientos ajenos muy ejemplares. Hay personas que, en las inmediaciones de su muerte, dicen palabras de ánimo, fe, esperanza y buen humor. Existen amigos que, viviendo en silla de ruedas, llevan su existencia con alegría y entereza. Tales actitudes no nos dejan indiferentes; no resultan absurdas sino llenas de sentido.

Recuerdo la conmoción que me produjo ver la cara de un enfermo de alzheimer avanzado, a quien se le llenó de ilusión el rostro al reconocer a su nieto. El dolor, ese desagradable compañero de la condición humana, tiene profundas enseñanzas. Todos sabemos historias de personas que han cambiado su jerarquía de valores, con motivo de algún tipo de severo contratiempo.

En el mundo, donde tantas cosas estupendas se dan por sobreentendidas, suceden desgracias. En ocasiones se trata de dramas espantosos: terremotos, guerras, y un sinfín de calamidades. En ocasiones son consecuencia de fuerzas de la naturaleza; otras veces se trata de la maldad humana colmada hasta límites que dan vértigo. Existen comportamientos tan aberrantes, que hacen considerar que la existencia la acción de una fuerza del mal sobrehumana puede tener una influencia real.

Por otro lado, es posible intuir que incluso en las condiciones más duras, hay personas capaces de encontrar una esperanza pura y fuerte, un ámbito de confianza, un don de paz y de ánimo. Es lo que ha sucedido muchas veces en el testimonio de los mártires, o simplemente en innumerables personas que han fallecido con serenidad rodeados por el cariño de sus familiares. El dolor extremo puede ser la ocasión para el vuelo más alto del espíritu humano. Por otra parte, toda esa serie de graves dificultades nos recuerda la insuficiencia de este mundo por sí mismo.

Hemos de procurar con decidido empeño el bienestar y la salud de todos, pero no siempre es posible. Es poco humano vivir como si el dolor no tuviera algún sentido, aunque en ocasiones no lo comprendamos. Además, no hay que esperar a los momentos difíciles para demostrar una gran categoría personal. Es más asequible y más práctico, afrontar las pequeñas dificultades de cada día con todo el salero y sentido positivo del que seamos capaces; o, al menos, intentarlo. Así sabremos trasmitir una escuela de vida y de luz para los demás, en las situaciones adversas y en las agradables.


José Ignacio Moreno Iturralde

Thursday, August 11, 2022

Redescubrir lo maravilloso.


No hay árboles cuyos frutos sean cachorros de sabueso o de perro labrador. Esta aguda reflexión no está hoy de más, para hablar de la naturaleza de los seres. Actualmente el término naturaleza les suena a muchos como algo rancio, antiguo, intolerante. Sin embargo, las vacas siguen mugiendo plácidamente y los burros continúan rebuznando con fruición. Por otra parte, los enemigos de las naturalezas, como era de esperar, no suelen negar la suya a la hora de comer o de ir al baño.

Respetar la naturaleza del batracio o del ciervo, requiere darse cuenta de su diversidad. Un afecto hacia la naturaleza en general, como si todo fuera lo mismo, puede llevar a algún iluminado a dar su vida por salvar la de una rana o a meter en la cárcel a los dependientes de una carnicería. El amor ordenado y sensato por la naturaleza física, va de la mano con un estudio de los parecidos y las diferencias entre los distintos modos de ser.

Más maravilloso que los propios modos de ser es que las cosas sean, existan. Algo que, rodeándonos por todas partes e invadiendo nuestra propia identidad, nos resulta vulgar a pesar de que sea milagroso. Un paseo por el sistema solar, y quizás por la entera Vía Láctea, nos llevaría a asombrarnos ante la realidad de una gamba. Las cosas funcionan según las leyes del universo, pero tales leyes no han creado ninguna sola cosa, como señaló C.S. Lewis: sumar mil euros más otros dos mil, no pone tres mil euros en mi bolsillo pobretón.

Cuando Tomás de Aquino asegura en su tercera vía la realidad de un ser necesario del que los demás dependan absolutamente, no está flipando sino haciendo un ejercicio de sensatez. Esto no es contrario a la evolución, sino más bien su presupuesto. Gracias a que son, los seres pueden evolucionar según sus respectivas naturalezas -que tienen algunos aspectos permanentes y otros cambiantes-.

Hay quienes afirman que el mundo salió de la nada por aburrimiento, que pasar de ameba a elefante es solo cuestión de tiempo, y que ante el engrudo cósmico que nos rodea solo cabe la alegría de máscara de alguna fiesta nocturna o la grave y triste seriedad de la rutina diaria. Pero todo esto no es un ejercicio de cordura, sino de necedad. El materialismo como explicación de la vida es absurdo, porque el propio razonamiento trasciende la materia.

Los seres tienen naturalezas asombrosas, pero lo más asombroso es que sean. Y en esa aventura de la existencia está sostenida por una voluntad creadora, trascendente a nosotros, que hace posible entender la mágica diversidad del mundo como un hogar donde se canta, donde cada cosa tiene un nombre.


José Ignacio Moreno Iturralde

Wednesday, August 10, 2022

La persona humana: un ser que balbucea.


Aceptar nuestra propia vida es lo mejor para conquistarla. Poseerse es un requisito para darse. Además, este salir fuera de nosotros mismos no nos derrama, sino que nos llena. Para entenderlo mejor, fijémonos en las tendencias de nuestras facultades: el tacto puede mostrar amistad o rebeldía. El gusto opta por la sobriedad o por el hartazgo; es decir, por el mal gusto. El olfato detecta lo agradable y lo desagradable. El oído está con disposición abierta o cerrada. La buena vista enfoca lo que merece la pena. Lo común a todos ellos es su imposible reflexividad: el tacto no se toca a sí mismo, ni el gusto se gusta, ni el olfato se huele. El oído no se oye, y la vista no está hecha para verse. Todos los sentidos se dirigen a algo distinto a ellos mismos: el mundo.

La imaginación es la creativa o “la loca de la casa”, como decía Teresa de Ahumada. La memoria nos da la firmeza de nuestra biografía. Tenemos imaginaciones y recuerdos, pero tampoco la imaginación se imagina ni la memoria se recuerda.

La inteligencia sí que puede entenderse a sí misma, o intentarlo. También queremos nuestra propia voluntad. Estas capacidades racionales sí que son reflexivas. Si no pensamos, nos comportamos según la veleta de las apetencias. Si pensamos demasiado podemos enloquecer. Inteligencia y voluntad están hechas para ofrecer respuestas libres y personales adecuadas a la realidad. El corazón es lo más noble que tenemos, pero puede ser también lo más mezquino. Tiende a lo sublime o a lo maligno; y en ocasiones está más zumbado que un pandero. Hay un sano amor propio, pero ya dijo Chesterton que “al que se enamora de sí mismo, no le envidio en el cortejo”. El corazón necesita ser querido y tiende a querer a alguien distinto y complementario a él. Amar, vivir con un ritmo de esperanza, es la actividad más satisfactoria del ser humano.

En todas nuestras capacidades hay una insuficiencia en sí mismas, un buscar algo fuera de ellas. En muchas dimensiones de nuestra vida cotidiana suele haber algo inacabado, insatisfecho; “un no se qué, que queda balbuciendo”, según dijo un poeta. De niños balbuceamos con las palabras, de mayores con los actos, de ancianos con el cuerpo y el alma. Todo esto refleja nuestro límite y nuestro horizonte. No buscamos solamente nuestra media naranja, sino que necesitamos originaria y radicalmente el sol entero. No nos conformamos con fragmentos de la existencia, sino que estamos hechos para encontrar una respuesta llena de sentido respecto a una vida plena. La muerte será un momento en que quizás no podamos decir todo lo que queremos. Pero, si hemos vivido con confianza y rectitud, encontraremos entonces la definitiva Palabra de vida. Por esto nuestro balbuceo, nuestra fragilidad, es el símbolo de nuestra grandeza.


José Ignacio Moreno Iturralde

Tuesday, August 09, 2022

Lógica y amor.

Leer solamente el título de este apartado puede llevar a mucha gente a cerrar inmediatamente el ordenador y a zambullirse en la piscina más cercana, ahora que aprieta el sol. Escribo en España y aquí, por muy acertados y sutiles que fueran mis razonamientos -cosa que no ocurrirá-, existen otros modos más atractivos de emplear el tiempo: echarse una siesta, ir a la playa o tomarse algo en un bar. Solamente estas palabras serán asequibles a uno o dos buenos amigos, en razón de nuestra amistad y de su admirable paciencia.

La cordialidad, el amor auténtico en cualquiera de sus formas, tiende a respetar y valorar la identidad de la persona querida. Cuando nos sabemos apreciados nos sentimos llenos de sentido. Sin embargo, un cariño ciego terminaría por hacernos caer en un precipicio. El amor tiene que ser ordenado y validado, al menos en parte, por la lógica. Por una lógica que respete la naturaleza de las cosas, más allá de los intereses personales. Un amor que llevara a lesionar la justicia o la imparcialidad sería falso.

Por otra parte, una lógica desarraigada del amor se convierte en una férrea actividad, con la que se destroza la identidad de los demás y la propia. Solo con sesudos razonamientos podríamos llegar a la conclusión que el mundo, la familia y la propia vida no merecen la pena. La sola razón puede llevar a la aniquilación del ser humano.

Tomás de Aquino dice algo parecido a esto: Aunque la inteligencia tenga prioridad sobre la voluntad y el corazón, porque ella es la que capta la veracidad de las cosas, amar es más importante que entender. Entender lleva a analizar; amar nos lleva a unirnos a lo que queremos. Tendemos naturalmente a la felicidad y solo se puede ser feliz amando. Razonar es un medio, amar es un fin; con ese amor que nos hace ser mejores. Confundir un fin con un medio es un peligroso modo de mentir.

Intentar vivificar el pensamiento con el amor es el modo más acertadamente humano de pensar.


José Ignacio Moreno Iturralde

Monday, August 08, 2022

Aceptación personal y relaciones con los demás.


Una de las ciencias más difíciles es la de llevarse bien con uno mismo. Es cierto que hay etapas en las que uno está fenomenal, pero también es verdad que existen periodos en que la vida se nos puede poner cuesta arriba. Los problemas pueden ser de diverso tipo: de salud, familiares, profesionales. No siempre es fácil resolverlos pronto; incluso pueden permanecer bastante tiempo. El remedio es tan sencillo como difícil: aceptar la vida que me toca vivir. Esta es la manera de que esté mejor yo mismo, y de hacer la vida más agradable a los que me rodean. ¿Pero cómo puede la voluntad aceptar algo que le resulta desagradable? Teniendo un buen motivo.

Es importante recordar que muchas cosas no las hemos elegido. Lo que sí podemos elegir es el modo de vivirlas. Por ejemplo, hay enfermos crónicos que son encantadores, y tal actitud es muy atractiva. Mi vida solo la puedo vivir yo, y es importante hacerlo con acierto. Donde solo se ve un obstáculo, puede existir una oportunidad divina. Una mera auto superación puede dar algo de satisfacción, pero la felicidad se encuentra en un amor fiel y compartido. Cuando me esfuerzo por mejorar la vida de alguien distinto a mí, resulta que aprendo a querer y yo mismo me siento mejor. Los sacrificios de los padres por los hijos, o de los cónyuges entre sí, son frecuentemente una prueba de lo que estamos diciendo.

Tener un motivo providencial de la propia existencia no niega la libertad, sino que la hace más fuerte. Si creo en Dios es más fácil que me mueva en un lenguaje de confianza y seguridad, pese a cualquier problema. Ciertamente hay un salto de fe, que es un don de lo alto, pero esta disposición resulta beneficiosa a todo ser humano que libremente la quiera aceptar. El cristianismo nos habla de un Dios personal y, por tanto, nuestras relaciones con Él han de ser personales. La teología católica explica que existe un único Dios, uno en esencia y trino en Personas. La divinidad es relaciones subsistentes: el Padre es todo paternidad; el Hijo es todo filiación; el Espíritu Santo es el Amor entre el Padre y el Hijo. Sin embargo, los seres humanos somos sustancias -sujetos- que se relacionan. Mi padre y mi madre tenían una existencia previa antes de que yo fuera su hijo. De lo antes dicho se deduce que nos hacemos mejores cuando vivimos más para los demás, porque así nos asemejamos más a Dios. Es verdad que tal donación no siempre es correspondida por los demás, y que la generosidad debe conjugarse con la justicia. Pero la referencia del modo de ser divino, asegura que el modo más humano de realizarnos es la entrega de uno mismo a los demás por Dios.

Si alguien no comparte la creencia en la existencia de Dios, es posible que sí participe de la idea de que es bueno ayudar a los demás. También puede entender que la existencia de Dios, para los creyentes, aporta una seguridad notable a la hora de intentar poner en práctica una vida de servicio a nuestros semejantes. Tal estilo de vida no niega derechos personales ni legítimas aspiraciones o intereses, sino que los dimensiona, ennoblece y reconduce a un fin mucho más grandioso que llena el corazón humano.


José Ignacio Moreno Iturralde

Friday, August 05, 2022

El sentido de la vida está antes fuera que dentro de uno mismo.

Entre los primeros principios o reglas de juego de la realidad, cabe destacar el de no contradicción (una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido) y el principio de causalidad (todo lo que existe tiene una causa de su existencia). De este modo, todos los seres están reglados por ellos. Estos principios son condiciones previas de la realidad; por esto lo real no puede ser totalmente contradictorio o absurdo. Sin los primeros principios la realidad no existiría.

Ni un abejorro volador ni un pavo real han elegido su tipo de organismo. Ni siquiera han elegido existir; sus vidas dependen de algo anterior y distinto a ellos. A nosotros nos pasa algo, en parte, parecido. Hay muchas cosas y personas que no hemos elegido en nuestra vida, algunas de las cuales solemos querer mucho: por ejemplo, a nuestra madre.

Los seres humanos somos físicos, racionales y libres. Por este motivo tenemos proyectos para nuestra vida. Pero fijarse metas como si fuéramos absolutamente autónomos, sin depender de nada ni de nadie, es un error que termina pagándose caro. Si uno quiere andar con la cabeza, se la puede romper. Si alguien opta por ser un egoísta redomado, cosechará amargura y soledad.

Dependemos de muchos factores ajenos a nuestra voluntad, en un mundo mucho más grande que el alcance de nuestra vista. Por este motivo, hemos de ejercitar la fantástica capacidad de la libertad siendo conscientes de nuestras limitaciones. Con mi libertad doy sentido a mi vida, pero no todo. Hay muchas cosas que escapan a mi control y ni siquiera soy capaz de entenderme totalmente. Por esto, el sentido de mi vida está antes fuera que dentro de mí mismo. Cuando entendemos esto, la vida se convierte en una aventura donde suceden cosas que dependen de mí y otras que no, aunque siempre puedo elegir el modo personal de vivir tales situaciones. Entre el plano horizontal de mis elecciones, necesito levantar la mirada y encontrar un GPS seguro y luminoso para el viaje de la existencia. Y esa luz, como las estrellas, es anterior a mí, y me da referencias para descubrir y desarrollar libremente el sentido de mi vida.


José Ignacio Moreno Iturralde

Tuesday, August 02, 2022

El atractivo de un padre fiel.

Ayer me fijé como varios hijos se encontraban con su padre. Eran chicos de unos dieciocho y veinte años. Sus rostros de alegría e ilusión eran llamativos. Esto me ha recordado que la condición humana más originaria es la de ser hijos o hijas. Toda hija o hijo necesita del cariño de su madre y de su padre, y ante todo del cariño de sus padres entre sí. Así es como crecen chicos y chicas con seguridad y bienestar, superando las adversidades de la vida. Ahora bien, toda esa felicidad de la infancia, así como la seguridad que dan los padres a sus hijos jóvenes o adultos, supone un serio esfuerzo. Se trata, ni más ni menos, de poner el yo en un segundo lugar para darse al cónyuge y a los hijos.

Ahora que abundan las separaciones y los divorcios, sin pretender juzgar a nadie, quisiera recordar el valor insustituible de un padre fiel. El hombre sencillo y fuerte que está ahí, disponible para lo que su mujer y sus hijos necesiten. Se trata de un personaje frágil, con defectos, pero que ha decidido frenar sus ambiciones, templar su corazón, cuidar los detalles, comprender, perdonar y, cuando sea preciso, exigir con la palabra serena y el ejemplo vivido. Los motivos para actuar de tal modo no son tanto fruto de unas situaciones satisfactorias, como de una determinación de la inteligencia y la voluntad, guiadas por una estrella luminosa que trasciende los sentimientos. Es una luz cercana, pero solo visible por unos ojos limpios.

Puede suceder que la generosidad personal no sea correspondida, sino incluso traicionada. Pero queda, al menos, la paz de haber hecho todo lo posible en algo de vital importancia. Sin embargo, la actitud de sacrificio y abnegación familiar suele ser admirada y querida. Entonces, los frecuentes límites de la vida son tomados con buen humor, los serios contratiempos con resignación, y las alegrías con gratitud. La vida cotidiana deja de ser sosa porque hay proyecto, sentido y, sobre todo, amor. Por lejos que nos encontremos de esta situación, siempre se puede recomenzar, con fe, esperanza y dejándose ayudar.

Esta es la gran paradoja de quien ha decidido vivir para su familia: que su vida es atractiva y que, sin darse cuenta, ese padre fiel es feliz.


José Ignacio Moreno Iturralde