¿Dónde está le Iglesia? Donde está la Eucaristía. La
Iglesia es sacramental y, por este motivo, hay en Ella jerarquía. Dios
verdadero y sustancial se quiere hacer Pan para nosotros. A diferencia de otras
religiones inhumanas, donde los hombres
eran sacrificados a los dioses, en la religión cristiana Dios es quien se
sacrifica por los hombres. Por esto no basta un mero deseo de ser cristiano si
se tiene acceso al conocimiento de la Encarnación y Redención del Hijo de Dios.
Todo hombre honrado y justo, que haya tenido la noticia del Evangelio, tiene la
responsabilidad de informarse e interesarse activamente ante el anuncio de que
Dios se ha hecho uno entre nosotros. Lo contrario es mediocridad, poltronería e
ingratitud. Existe una llamada universal a la santidad; y es asequible a todos
una respuesta libre a la gracia de Dios, que Él otorga a quien sinceramente se
la pide. Una persona no debe
acostumbrarse a convivir a medio gas con la Buena Nueva divina; o a no
escucharla con solicitud, pudiendo hacerlo.
En cierta ocasión escuché una idea que considero muy
interesante: La Eucaristía es el mismo Cristo que nos dice “déjame que viva tu
vida contigo para que tú puedas vivir conmigo Mi Vida”. “Quien come mi carne y
bebe mi sangre habita en Mi y Yo en él” [1]. El
estilo de Vida de Dios, convertido en sencillo Pan, es un modelo inefable de
ofrenda, de solicitud, de Amistad sublime, de servicio. Participar en la
Eucaristía supone tener conciencia de estar en gracia de Dios y querer aumentar
esa gracia con una vida de entrega a Dios y a los demás, viviendo un auténtico
don de sí mismo.
La Eucaristía manifiesta el insondable Amor de Dios
por nosotros, criaturas de carne y hueso. Un Amor que es eterno, inmortal. La
Eucaristía es así prenda de vida eterna. “Quien coma mi carne y beba mi sangre
Yo le resucitaré en el último día” [2]. La
Eucaristía, donde está el cuerpo glorioso, la sangre, el alma y la divinidad de
Jesucristo; real, verdadera y sustancialmente presente –como afirmaba San
Josemaría, siguiendo el Magisterio de la Iglesia Católica- es para nosotros
prenda para la vida eterna. Ya es el Cielo en la tierra. Lo cual implica, en
expresión de Benedicto XVI, una respuesta vocacional: “Yo, pero «no» más yo [3]”;
“...es Cristo quien vive en mí [4]”
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