Karol Wojtyla, antes de convertirse en Juan Pablo II,
escribió un valioso libro titulado “Amor y responsabilidad”. Una idea sacada de
su lectura es, como dijimos, que para entender bien el matrimonio hay que
entender bien el celibato por el reino de los cielos y viceversa. Ambos estados
de vida son las dos caras de una misma moneda, la del amor esponsal. Como dijo
Antonio Machado “la monedita del alma se pierde si no se da”. Otra frase,
ignoro su origen, relacionada con la entrega es esta: “El Cielo no cuesta ni
poco ni mucho; sencillamente todo lo que uno tenga”. Matrimonio y celibato son
entrega; algo así como decir: “voy a procurar hacer feliz a los demás, con la
ayuda de Dios y a pesar de mis defectos, porque el que no vive para servir, no
sirve para vivir”.
Por
este motivo en una sociedad en la que abundan familias enterizas cristianas hay
vocaciones sacerdotales. Pero si la familia está en crisis también lo estarán
estas vocaciones. La vocación al sacerdocio es, como todas, iniciativa de Dios,
pero conviene mucho que el terreno humano esté abonado de generosidad y alegría
de vivir. Una juventud bien formada cristianamente no ve el celibato por el
reino de los cielos –en el sacerdote o en el laico- como algo “demasiado
fuerte”; sino como un modo de vivir la intimidad con Dios y la entrega a los
demás. Como se pone en boca del actor que representa a Juan Pablo II en la
película Karol “el sacerdote es un hombre para los demás”.
Por otra parte el mencionado libro de Wojtyla
establece, con una filosofía personalista, las bases de una moral sexual y de
una teología del cuerpo, posteriormente desarrollada durante su Pontificado,
que suponen una auténtica mina de valores humanos y cristianos para estudiar y
dar a conocer. Las palabras de Juan Pablo II son una contestación profunda y
convincente a la revolución sexual desencadenada en los años sesenta del siglo
XX y cuyas consecuencias actuales han contribuido a una deshumanización de la
sexualidad, a la tragedia silenciosa del aborto masivo, y a un falseamiento de
la identidad del matrimonio en algunas legislaciones civiles. Junto a todo esto
ha surgido, como nunca hasta antes en la historia, el esperanzador fenómeno
social del asociacionismo familiar en defensa de la identidad de la realidad de
la familia natural humana, así como del respeto y ayuda que se merece.
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