Monday, August 23, 2021

El futuro de Europa


Tras la segunda guerra mundial, la reconstrucción de Europa ha sido una auténtica proeza de superación e integración. La caída del muro de Berlín en 1989 y el desmantelamiento del telón de acero fueron acontecimientos históricos muy positivos, que fomentaron la cohesión y ampliación de los países de la Unión Europea. La reciente salida del Reino Unido con el llamado Brexit está suponiendo una reorganización de la administración europea.

Por otra parte, algo del patrimonio de la civilización europea está cambiando notoriamente. La Declaración de los Derechos Humanos de 1948 está siendo parcialmente modificada por la vía de los hechos. El mayo del 68 francés con su “prohibido prohibir”, la revolución sexual proveniente de Estados Unidos, la práctica industrial generalizada del aborto, y la deformación de la identidad de la familia y del propio ser humano, han modificado bastantes referencias. Este caldo de cultivo relativista es aprovechable por poderosos grupos globalistas que plantean, y quizás pretenden, un estilo de sociedad mundial acorde a sus intereses.

Ante este panorama, puede ser bueno plantearse hacia dónde se dirige el futuro de Europa. Pienso que una civilización debe defender una idea digna del hombre por la que trabajar y progresar. Fruto de esa idea surgirán, como medios y no como fines, instituciones políticas y económicas. Ahora bien: ¿qué idea tiene Europa de la dignidad de la persona humana? No está claro, porque parece que las nociones predominantes son la tolerancia, la validación de cualquier tipo de moral mientras no sea delictiva, y el fomento de la autonomía personal. Considero que estos valores son interesantes, pero insuficientes porque por sí solos desembocan en un individualismo notorio. En esa situación, el ciudadano queda muy limitado ante quienes imponen sus agendas políticas mundiales, ya que influyen en una mayoría de los partidos políticos a los que votar. La falta de vitalidad humana de estos planteamientos se evidencia de modo alarmante, por ejemplo, en una severa caída de la natalidad que pone en jaque la propia sostenibilidad de los europeos dentro de algún tiempo no muy lejano.

Europa se ha forjado con la filosofía griega, el derecho romano y el cristianismo. Grecia nos dio la fuerza de la razón libre y el primer origen de la democracia. Roma aportó un ordenamiento jurídico administrativo de valiosa eficacia. El cristianismo, además de su mensaje de salvación, hizo ver que todo ser humano es persona y tiene dignidad. Europa necesita beber de estos manantiales originarios, recreándolos en el momento presente. Las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, aún vigentes, son anteriores a los revolucionarios franceses y necesitan complementarse con las de responsabilidad, diversidad y filiación-paternidad.

Por otra parte, me parece muy beneficiosa una reflexión eficaz sobre lo que la familia aporta a cada persona y a la sociedad, así como una mayor influencia asociacionista de los ciudadanos sobre los poderes políticos. Así podremos hacer una cultura democrática libre, inclusiva y solidaria. Desde una idea más vigorosa del valor excelente de cada ser humano, sea cual fuere su situación y durante toda la trayectoria de su vida, es desde donde Europa puede seguir avanzando en su identidad y saliendo en ayuda de los más necesitados, empezando por quienes tenemos más cerca.

  

José Ignacio Moreno Iturralde

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