Monday, August 30, 2021

Educación: empezar por las imágenes y superarlas


Una palabra puede valer más que cien imágenes. Sobre todo si es acertada, si nos enseña un camino aunque no se vea. Si se trata de un mensaje que nos da ánimo, seguridad, alegría de vivir.

Nuestro conocimiento empieza por los sentidos, como nos enseñó Aristóteles. Pero es el conocimiento intelectual el que es capaz de sacar conclusiones generales, opciones empresariales, abstracción en el arte, nuevas vacunas contra enfermedades peligrosas, caminos innovadores para ir hacia una sociedad más justa.

Hemos de partir de la experiencia. Un experto en setas tiene que haber visto muchas; pero, si es sensato, se informará de la sabiduría de otros al respecto: así avanzará en su conocimiento. Podrá después enseñar muchas cosas concretas y también trazar algunas leyes generales de gran utilidad. Somos capaces de abstraer, de encontrar aspectos universales a partir de datos sensibles concretos: esto son las ideas. Tener una falsa idea sobre lo que es una idea puede ser peligroso. Cuando el filósofo David Hume afirmaba que solo existen triángulos concretos y no generales, confundía la idea de triángulo con una especie de imagen genérica inexistente. Hume no se da cuenta de que la idea de triángulo no es un triángulo comodín, sino una ley; a saber: que todos los triángulos tienen tres lados, o que la suma de sus ángulos es igual a 180 grados. Cuando el mismo autor define la idea como el recuerdo de una impresión sensible, está cerrando las puertas al conocimiento intelectual. Si pienso que la idea de bombilla es solamente el recuerdo de una que he visto encendida, mi conocimiento está muy poco iluminado. La idea de bombilla es una definición: algo que sirve para alumbrar con luz eléctrica. El conocimiento racional me permite trascender las imágenes para llegar al mundo del significado.

Por otra parte, puedo tener ideas de algo que no veo directamente, a partir de datos sensibles, pero yendo más lejos que ellos. Por ejemplo: a partir del grifo del agua de la cocina puedo pensar en un depósito de agua que no está a mi alcance visual. Desde la experiencia de mi vida, puedo reflexionar sobre mi conciencia. Observando el mundo, puedo tener una idea acerca de la existencia de un Creador.

Estamos en un mundo comunicativo y audiovisual. Esto trae innumerables ventajas para el conocimiento, pero también conlleva inconvenientes. Uno puede atiborrarse a imágenes y dar muy poco espacio a la reflexión, a ir forjando un propio criterio. Incluso la información escrita, publicada en la inmensidad de internet, no tiene unos criterios claros de selección y de veracidad. Existen conocimientos muy valiosos que hay que saber encontrar en la red, o que están fuera de ella: en buenos libros, o en documentos históricos.

Actualmente se escucha con cierta frecuencia que, en educación, los contenidos son cada vez menos importantes, puesto que están en la red. Al respecto Hirsch[1] ha escrito un interesante libro, en el que aporta el término capital intelectual. Si estamos hablando de la princesa del Nilo, será muy importante saber lo que es el Nilo. Los conocimientos nuevos se basan en los anteriores, como las capas de un buen suelo enriquecido.

Los conocimientos no son solamente estanterías de libros o páginas web. Suponen significados asimilados personalmente por conocedores. La transmisión personal de un buen profesor a sus alumnos es muy importante porque se hace entre semejantes. Es una comunicación humana y, por tanto, especialmente significativa si es valiosa. Así es como se llega a un conocimiento lleno de sinergias puesto que los alumnos, elevados a un cierto nivel de sabiduría, son capaces de llegar más lejos.

Utilizar bien la informática y las aplicaciones es de un irrenunciable interés. Pero centrar la innovación pedagógica exclusivamente en la tecnología, supone caer en un formalismo muy pobre. El experto se transforma en el informático. La pedagogía se reduce a un formalismo vistoso, pero vacío e impersonal. Se prima lo lúdico y emocional sobre lo sabio; y eso es un serio error. Por supuesto, es muy importante explicar con todos los recursos de vanguardia disponibles. Pero el objetivo de la enseñanza no es saber más y más métodos digitales, sino tener un conocimiento profundo de la realidad y del sentido de la vida. Sin esto, nos deshumanizamos.

Hay que educar a chicos y chicas con personalidad, cada uno con la suya, fomentando su criterio personal. Para espolear su libertad y sus ganas de comerse el mundo, es interesante motivarles con tecnologías atractivas, pero esto es solo el comienzo. Tienen que tener ganas de saber y esto supone estudio, esfuerzo, amor por la verdad de las cosas, algo mucho más importante y espiritual que desarrollar destrezas digitales.

Las asociaciones de imágenes son importantes y solidarias para el conocimiento. Pero la visión ha de ser completada por la reflexión, que es algo exclusivo de los seres humanos.


José Ignacio Moreno Iturralde



[1] La escuela que necesitamos, Hirsch, E.D. Encuentro, 2012.

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