Thursday, August 17, 2017

Espacio y tiempo en la filosofía y la física


Los avances de la física han hecho modificar una visión fija del espacio y del tiempo. Existen diversas interpretaciones del universo que distan mucho de plantear teorías definitivas. Veamos si la filosofía puede aportar un poco de luz a una interpretación actual del espacio y del tiempo.

El tiempo es una medida del cambio. El tiempo está íntimamente unido a la materia. La propia teoría del Big Bang, la explosión inicial que daría origen al universo, nos hace entender que espacio y tiempo están unidos íntimamente.

El tiempo anuda el pasado, el presente y el futuro, como señaló San Agustín. El ser humano, por su capacidad racional, puede evocar el pasado y entender desde el presente su libertad hacia el futuro. El carácter biográfico de la vida humana nos hace capaces de proyectarnos en el tiempo, aunque estemos inmersos en él. Esto significa que no solo somos materia y tiempo, sino que hay algo inmaterial y espiritual en nosotros mismos. El escritor C.S. Lewis afirmó que “el instante es el punto de encuentro entre el tiempo y la eternidad”.

Sin embargo, hay prestigiosos autores que plantearon ideas muy distintas a las de un espacio y un tiempo abiertos a la trascendencia. Kant (1724-1804) revolucionó la interpretación clásica de la filosofía sobre el universo. Este autor consideró que el espacio y el tiempo eran formas de nuestra sensibilidad para conocer los fenómenos de la realidad. Para entender esta afirmación estudiaremos más adelante algo de su filosofía. Para Kant, por extraño que parezca, el espacio y el tiempo están dentro de nosotros. Una aproximación incompleta a su pensamiento sería decir que nosotros conocemos la realidad según unos esquemas previos de conocimiento, entre los que están nuestro modo de interpretar el espacio y el tiempo.

El existencialismo, una corriente de pensamiento del siglo XX, puso el acento en la temporalidad del ser humano. Heidegger (1889-1976) afirmó una interpretación del ser que viene a identificarse con la historicidad de la historia; es decir: con el tiempo. Otros autores como Sartre[1] (1905-1980) defendieron un existencialismo abiertamente ateo, donde el hombre es tan solo lo que haga con su tiempo.

Desde el punto de vista de la física, Einstein, en el siglo XX, modificó el concepto del espacio y del tiempo mediante su teoría de la relatividad. Expliquémoslo con un ejemplo. El movimiento de un cuerpo (por ejemplo: un balón lanzado por un niño) dependerá del lugar dentro del que se mueva (por ejemplo: un tren). Ese vagón, a su vez, se mueve con una velocidad. Para un observador, que vaya dentro del tren, el balón tarda un tiempo X en hacer un movimiento. Pero para un observador que esté en la estación, por la que se mueve el tren, la velocidad del movimiento del balón y el tiempo que invierte en su movimiento es distinto a X. Es decir: el tiempo y el espacio son relativos a la referencia desde la que se los mida.

La única referencia constante del universo es la velocidad de la luz: 300.000 km/s. Además, la materia y la energía son dos estados de una misma realidad según la famosa ecuación Energía = masa x velocidad de la luz al cuadrado. Por otra parte, la masa y la luz puede ser alterada por fuerzas gravitatorias que llegan, en ocasiones a curvar la trayectoria de la luz.

Toda esta nueva versión del universo enriquece la visión filosófica del espacio y del tiempo, no lo anula. El espacio se da donde hay materia, y el tiempo es la medida de los cambios materiales, como antes dijimos. El universo puede albergar múltiples espacios donde hay cuerpos que se mueven a diversas velocidades y que emplean distintos tiempos según el lugar desde donde los observemos.  Pero el universo no está en ninguna parte: no es relativo a ningún lugar fuera de sí mismo. Sí que puede ser relativo  a una causa trascendente a él, que lo haya hecho existir. Se trataría de una causa inteligente que está más allá del espacio y el tiempo, y que es coordinadora de los diversos espacios y tiempos que se dan en el universo. Pongamos un ejemplo: en un DVD pueden haber diversas pistas de reproducción, variadas velocidades y tiempos de representación. Incluso hay distintos lenguajes de expresión. Pero todos estos submenús tienen un principio ordenador común, cuyo origen trasciende o va más allá del DVD.

Otra cuestión contemporánea de la Física es la teoría del caos. Muy resumidamente viene a decir que una pequeña variación de condiciones, al comienzo de un proceso, puede tener al final del mismo grandes consecuencias. Se pone el ejemplo típico de que el vuelo de una mariposa puede tener que ver, a lo largo del espacio y del tiempo, con un tifón al otro extremo del mundo. Un ejemplo más cercano y realista es la dificultad para prever con total exactitud el tiempo atmosférico en un futuro próximo. La física no puede contener todas las variables posibles de la naturaleza y, se dan con frecuencia cambios inesperados en las predicciones. Una interesante implicación filosófica que se desprende de esto es la negación de un determinismo –una explicación rígida- para prever el futuro de lo que sucederá en el espacio.

            La visión de la física se mueve en el ámbito de cómo funciona el espacio y el tiempo, pero no de por qué existen, ni de cuál es su finalidad. Las visiones de las distintas filosofías sí que intentan responder a estas preguntas meta-físicas (que van más allá de la física), bien sea dando una respuestas o bien diciendo que no hay respuesta posible. Vamos a volver, a continuación, a un tipo de explicaciones filosóficas que afirman el sentido metafísico del mundo. 

La materia es infinitamente divisible pero siempre está finitamente dividida. Algo similar ocurre con los periodos temporales. Las matemáticas no logran agotar la realidad de la materia y del tiempo.

El tiempo es la medida del cambio según una cierta permanencia. Este cambio supone, en definitiva, una finalidad previa al movimiento, como vimos antes. Relacionemos ahora los términos espacio, tiempo y finalidad mediante un ejemplo. Si trazamos una línea en una pizarra ocupamos un espacio de ella, invirtiendo un cierto tiempo en pintarla. Pero la finalidad con la que hemos trazado esa línea, está en ella y en la mente del que la pinta. La continuidad del espacio y el tiempo se puede entender más profundamente desde la noción de finalidad.

 Tal finalidad está en los seres materiales de un modo análogo a como está un rayo de luz, que no se moja, dentro de un lago. Otro ejemplo sería el de un proyector de cine que permite el desarrollo de la película sin identificarse con ella. Son imágenes limitadas que nos pueden ayudar a entender cómo la causa inteligente, que establece los fines de los seres, está íntimamente relacionada con ellos sin formar parte de su ser.




[1] Sartre, antes de su muerte, negó públicamente su ateísmo y defendió la existencia de Dios.

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