Friday, July 22, 2022

El lenguaje racional del cuerpo.


Nuestra boca puede decir “padre” y “madre”; no sería sencillo hacerlo si tuviéramos los belfos de un caballo, como decía el filósofo Leonardo Polo. Con las manos podemos tocar la guitarra, cosa imposible de hacer con unas pezuñas. Nuestro cuerpo participa de las capacidades racionales de nuestra vida humana.

Si tenemos una molestia física, vamos al médico para que nos dé un remedio adecuado. Lo que no conviene hacer es intentar comer con las narices   porque me duele la garganta, por ejemplo. Del mismo modo que las capacidades físicas tienen sus leyes, también el corazón y la inteligencia tienen las suyas. Un egoísta agudo terminará por ser un desgraciado, y probablemente amargue la vida a otras personas. Un mentiroso compulsivo puede acabar siendo un cínico; alguien para quien la única verdad es su interés.

Todos nuestros órganos están configurados para realizar diversas funciones. Entre ellas están las vegetativas -nutrición, crecimiento, reproducción-, las sensitivas -desarrolladas por los diversos sentidos- y las racionales -inteligencia y voluntad-. Los afectos afectan al ámbito sensitivo y al racional, en donde juega un papel importante la libertad.

Cualquier animal es lo que es, y no parece plantearse ningún problema por esto. Sin embargo, los seres humanos tenemos que aceptar libremente lo que somos. Esto forma parte de nuestra grandeza y nuestro esfuerzo. Hay etapas de la vida en que estamos encantados con nosotros mismos; pero puede haber otras problemáticas. Puede existir una contrariedad en nuestro terreno físico, afectivo o racional. La solución para estos problemas está en superarlos a través de una mejora de lo que somos, no mediante un cambio que suponga la huida hacia lo que no somos. Esta última opción termina por generar frustración, porque no se ha respetado la unidad de nuestra persona, aunque esto suponga esfuerzo. Las disfunciones entre nuestras facultades y nuestro organismo pueden ser un motivo de ruptura personal o de esfuerzo moral hacia la madurez. En este aprendizaje de la vida es importante pensar en el bien personal de los demás.

La sonrisa sincera es una muestra de lenguaje corporal significativo, porque refleja la paz y la armonía que tenemos dentro. Un equilibrio que se adquiere con esfuerzo diario y renovado, aunque a veces suponga lágrimas.


José Ignacio Moreno Iturralde

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