El famoso crack de 1929
de Wall Street se produjo por un exceso de especulación. La bolsa se fue
inflando y perdiendo su referencia a la riqueza real, hasta que estalló y se
produjo una grave crisis financiera y económica mundial. No cabe duda que la inversión y la especulación tienen su interés,
siempre que no pierdan su relación con la realidad.
Pienso que algo similar
puede suceder en el mundo de la educación. Pondré un ejemplo de una asignatura,
extensible a muchas otras: Para saber mucho de una guerra habría que hablar con
quienes la vivieron en primera persona. Pero con el paso del tiempo, solo quedaran
testimonios y documentos, después libros, posteriormente múltiples
informaciones en internet. En el terreno educativo, algunos consideraran que ya
existen muchos datos en la red sobre esa guerra. Por tanto, lo que hay que
desarrollar son metodologías de aprendizaje acerca de ella. Pues bien: el
peligro de este planteamiento radica en que al final no se tenga una idea clara
de cuáles fueron los verdaderos motivos de la guerra, y cuál fue el balance real
de aquél conflicto para la historia. Esto conlleva una pérdida de sentido de
las cosas, sin que parezca que hoy esto importe demasiado.
Por supuesto que hay que desarrollar metodologías pedagógicas y tecnológicas atractivas, pero no al precio de perder el sentido de la realidad. El conocimiento de lo real fomenta la madurez de los alumnos y alumnas. Las metodologías son un método para el conocimiento; no un fin. Si esto no se tiene en cuenta, se llega a una sociedad de personas muy comunicadas, pero que tienen menos referencias reales para valorar sus propias vidas y el mundo al que pertenecen. Lo que da libertad es el conocimiento de la verdad de las cosas, no la metodología.
José Ignacio Moreno Iturralde
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