Al pensar en campeones
nos podemos acordar de nuestros deportistas favoritos; o quizás de personas que
han conseguido triunfar notoriamente en su trabajo. Recordamos sus capacidades,
su esfuerzo y fortuna. Pero si lo que buscamos es a alguien que sea un
referente para nuestro modo de vivir, los logros más valiosos se ven de otra
manera. El genio de Wall Street nos puede dejar algo fríos, mientras que nos
entona bastante más la simpatía del tío Antonio. Una liga ganada es una buena alegría,
pero el modesto triunfo deportivo de un hijo nos hace cantar un alirón más
sonoro.
Si por campeón entendemos
una persona que busca obsesivamente su pódium, podemos tener una visión del
éxito reductiva e insignificante. Pero si lo que nos llama más la atención es
un estilo de vida positivo, en los días buenos y en los difíciles, podemos
encontrar muchas vidas discretas pero significativas.
Es estupendo ganar
trofeos y obtener logros, pero lo maravilloso es vivir afirmando la vida propia
y la de los demás. Los verdaderos
campeones no tienen poderes excepcionales, sino que han hecho de sus
fragilidades victorias. Se desaniman a veces, pero se dejan ayudar; alguna vez
fracasan, pero sacan experiencia; meten la pata, pero la sacan. Gestionar bien
las buenas temporadas es fácil. Lo que no es tan sencillo es plantarle cara a
una enfermedad crónica, o a un familiar especialmente cenizo. Hay personas
estupendas que son capaces de entrever vida incluso en la propia muerte, y no
estoy hablando de teorías.
No siempre tenemos el
ánimo de ir cantando por bulerías, pero siempre nos podemos abrir a afirmar la
vida propia y la de nuestros semejantes. Pienso que ésta es la mentalidad de
los campeones más importantes, aunque ni siquiera sepan que lo son.
José Ignacio Moreno Iturralde
No comments:
Post a Comment