Se ha destacado la
relación entre el consumo abusivo de la naturaleza y la lógica de dominio por
un capitalismo inhumano respecto a los más pobres. El mismo afán de ganancias que
destroza los ecosistemas, guarda parentesco con la indiferencia práctica
respecto a las poblaciones más necesitadas y vulnerables, que se encuentran
descartadas de los mercados. Sin embargo, pese a tener similitud respecto a los
problemas anteriores, resulta duro observar la universal aceptación de la
industria del aborto voluntario. Existe un auténtico caparazón de insensibilidad
respecto a la vida de centenares de miles de seres humanos nonatos, cuya
existencia es arrojada literalmente a la basura cada año. Entiendo el gran apuro
que lleva consigo un embarazo no deseado y las ayudas que en justicia se le
debe a toda mujer necesitada, especialmente en los países pobres. Pero lo que
algunos no aceptamos es la legalización de millares de muertes de hijos en
gestación, como un síntoma de progreso y avance social. Tampoco aceptamos el
millonario y sangriento negocio que esto lleva consigo.
Es evidente que cada
uno y, sobre todo cada una, han de tener los hijos que quieran. Pero una vez
concebidas las vidas humanas, cambian las premisas del problema; esto es lo que
la lógica abortista falsea. Tal lógica se basa en que no se puede obligar a una
mujer a tener a un hijo en ningún caso, si va contra su voluntad. Si así fuera,
pienso que también se podría justificar la negación de ayuda a cualquier
familiar próximo en serio apuro, si no quiero hacerlo. La lógica del aborto
hace de la voluntad propia el origen de la ley, antes de cualquier otra consideración.
Esto no es cierto: No tengo derecho a todo lo que quiero, como cualquier mente
sensata admite. Los que hacen de la voluntad propio la única fuente de
legalidad refuerzan las posturas de los tiranos; aquellos que hacen del derecho
un mero ejercicio de fuerza contra los débiles.
Respecto a la cínica
negación de que los nonatos no son seres humanos … ¿Por qué horroriza al
abortismo la visualización de lo que producen sus actos? ¿Por qué tachan de
fascistas a quienes muestran imágenes de la tremenda realidad que ellos
provocan?
Un ecologismo acertado
protege la naturaleza y la biodiversidad, distinguiendo la vida vegetal, animal
y humana. Un mundo justo, con afán de una real igualdad, necesita de acciones
personales y sociales concretas en favor de las personas más vulnerables. Un
feminismo coherente es el que protege a la mujer y la ayuda y empodera, con
exigencia y generosidad, en todas las etapas de su vida; no el que elimina a
multitudes de niñas en gestación. No es feminista matar una sonrisa, ni olvidar
que pesa menos un niño en los brazos que encima de la conciencia. No tiene nada
de solidaridad ni de sororidad ocultar los problemas físicos y psicológicos que
el aborto produce en la mujer que lo lleva a cabo.
El cuidado de la vida
requiere admiración y gratitud ante la belleza de la vida, especialmente de la
humana. Esto comporta un serio esfuerzo, pero es el motor de alegría personal y
colectiva. El auge del aborto es la realización de una sociedad triste, egoísta
e insolidaria. El cuidado de la vida es el del buen jardinero, el del hombre
social, el de los padres que forjan un hogar familiar incondicional, el hábitat
más propio para la vida humana y su desarrollo.
José Ignacio Moreno Iturralde
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