La enfermedad crónica es una antipática compañera
de viaje. Un modo inteligente de vivirla es manifestarla a quien pueda
contribuir a curarnos, dejarnos ayudar, y seguir adelante sabiendo que podemos
superarla. Entre tanto, se pueden aprender cosas de ella: más humildad, un mayor
acercamiento a nuestros seres queridos y una forja del carácter. Pienso que a
nivel colectivo puede ocurrir algo parecido. El daño provocado por el virus y
la incertidumbre ante el futuro, nos tienen en jaque. Sin embargo, hay que
plantar cara a la pandemia: con responsabilidad personal, fortaleciendo nuestros
lazos familiares, trabajando lo mejor posible o buscando una y otra vez trabajo,
pasando del yo al nosotros en el enfoque de los problemas. Los españoles
siempre hemos sido valientes y no podemos dejar de serlo ahora. Somos
comprensivos, con corazón grande y buen humor. No esperemos a que los políticos
arreglen solos la situación. Modifiquémosla nosotros, con un cambio de actitud
personal: con el optimismo de ver todo lo bueno que existe, con la necesaria esperanza
en la vida, con un comportamiento que honre a los que fallecieron, apoyándonos
y dando ejemplo de integridad a quienes más nos importan. Tengamos la certeza
de que una crisis es una enfermedad de la que podemos salir fortalecidos, como
personas y como país.
José Ignacio
Moreno Iturralde
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