Piensa que estás siempre en manos de Dios,
Tanto más fuerte amarrado
Cuanto más decaído y triste te encuentres.
Vive feliz, te lo suplico.
Haz que brote siempre en tu rostro una dulce sonrisa,
reflejo de la que el Señor continuamente te dirige.
Vive en paz. Que nada te altere,
que nada sea capaz de quitarte la paz:
ni la fatiga psíquica ni tus fallos morales.
Pon en el fondo de tu alma,
como fuente de energía y criterio de verdad,
la paz de Dios.
Recuerda: cuanto te deprima o inquiete es falso,
te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida
y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas apesadumbrado y triste,
adora y confía, adora y confía...
Pierre Teilhard de Chardin
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