Nuestra sociedad occidental relativista
parece haber perdido bastantes referencias. Sin embargo, ante la agresión del
ejército ruso a Ucrania, millones de ciudadanos europeos y americanos, entre
otros, están respondiendo con un rechazo pleno a la violencia y al sufrimiento de
tantos inocentes ucranianos. La savia del respeto a la vida humana y a la
libertad personal, enraizada en el cristianismo y en otras convicciones éticas,
está aflorando con un ímpetu notorio en nuestro mundo democrático. Sin entrar
en juicios de conciencia, la actitud del mandatario ruso está siendo tiránica y
cruel. Putin, pase lo que pase, ya ha perdido la guerra. Ha pisoteado el respeto a millones de
personas, incluidos muchos de sus conciudadanos rusos, poniendo en jaque la
misma paz mundial. Buscando una respuesta ante el porqué de acciones perversas,
realizadas por alguna persona inteligente, los clásicos daban esta respuesta:
en el mal orgullo está la perdición. Con
la razón, la valentía y la prudencia que nuestros gobernantes ejerzan, sigamos
defendiendo la fraternidad entre los hombres, apoyando cada uno en lo que pueda
a Ucrania, esa querida nación gravemente necesitada.
José Ignacio Moreno Iturralde
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