Pese al secularismo reinante, la popularidad de algunos santos no decae con el paso del tiempo. El mismo Jesús o la Virgen del Carmen son instados por miles de devotos con mayor o menor fortuna. Algunos dicen: "A mí D ios no me escucha", sin darse cuenta de que son ellos los que no escuchan a Dios, pues no pisan una iglesia, ni leen la Biblia ( ni siquiera el Evangelio), ni son compasivos. ¿Por qué Dios obra milagros ante la oración de algunos? Cuando ésta es humilde, confiada, atenta y perseverante siempre es atendida. Rezando sin rutina, importunando a la bondad de Dios, con agradecimiento, acompañando algún sacrificio y obedeciendo a Cristo ( "Si cumplís mis mandamientos, pedid cuanto quisiereis al Padre en mi nombre y se os dará"), preparamos a Dios a darnos sin medida, pues esa es la medida de su amor. Hay muchas advocaciones de la Virgen y numerosos santos a los que acudir (San Pancracio, San Antonio de Padua, San Isidro, San Nicolás, Beata Teresa de Calcuta, San Josemaría, Santa Maravillas, los siervos de Dios Padre Tomás Morales y Juan Pablo II, etc.) que pueden y deben ayudarnos en nuestro caminar terreno. Porque, ¿quién no necesita un milagro?
Josefa Romo
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