Hace un año de la visita de Benedicto XVI a Valencia y cuatro años de la última estancia de Juan Pablo II en nuestro país, cuando le escuchamos aquél “hasta siempre España; hasta siempre tierra de María”. Los cristianos vemos que son muchos y graves los problemas morales que asolan la piel de toro, sin olvidar por ello las innumerables cosas positivas que tenemos. El remedio espiritual sin duda pasa por una devoción personal, profunda y tenaz, a la Madre de Dios. Ella “aplastará la cabeza del dragón infernal”.
José Ignacio Moreno Iturralde
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