Difícilmente encontraremos acontecimiento del año en el que se unan tan fuertemente el alma y el cuerpo como sucede en Navidad. En ella se unen también los vivos y los muertos, los seres queridos que nos dejaron ya y que nos esperan en el cielo y que desde allí nos ven y nos cuidan de manera especial en estos días. No faltarán agoreros que se empeñarán en ocultar el verdadero sentido de estas jornadas y nos invitarán a consumir sin piedad, a movernos sin cesar y nos apremiarán a no pensar en lo que el Belén y el Niño representan; pretenderán incluso distraernos con sus ruidos para que no acojamos a ese Dios que viene a compartir nuestros hogares, nuestras penas y nuestras alegrías.
Pero la Navidad insiste tozuda y sin prisa, se abre paso en nuestras calles y en las familias y en cada rincón dónde haya un corazón que quiera amar. Con ella volverán la Fe, la Esperanza y la Caridad que nos permitirán cargar las pilas, recuperar los buenos sentimientos, las ganas de hacernos como niños y las fuerzas para volver a empezar porque sin Dios es muy poco lo que podemos hacer los hombres.Nuevamente tendremos una Nochebuena que nos invitará a hacer el bien, a cuidar de los que nos necesitan, en nombre de ese Niño que de nuevo nacerá para todos !qué afortunados somos!.
Pilar Pérez
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