¿No podríamos decir que quien no tiene esperanza ni corre ni canta y le desaparece de su vista el futuro? A propósito de este tema, vienen unas palabras acertadas de Monseñor Munilla: "El hombre que no piensa en el sentido último de la existencia, es como un empresario al que no le preocupara el balance de su negocio. La teoría marxista acusó a la religión en general, y al cristianismo en particular, de ser el "opio del pueblo". La esperanza en el más allá sería una manipulación de las clases dominantes a los pobres, de manera que pospongan su deseo de justicia en esta vida, a un destino eterno. La acusación de Karl Marx a la religión se resume en que ésta pretende que el hombre se evada de sus "esperanzas humanas", para consolarlo con la "esperanza teologal".
Sin embargo, han pasado muchos años desde que el marxismo formulase aquella ideología y, entre tanto, hemos sido testigos –por poner un ejemplo emblemático- de cómo los obreros católicos de Polonia comunista se apoyaban en la esperanza teologal, para ver realizadas sus esperanzas de un mundo más justo. Su testimonio, así como el de otros muchísimos cristianos, nos demostró que -como afirma el mismo Benedicto XVI en "Spe Salvi"- la esperanza en Dios no es sólo "informativa" sino "preformativa"; o dicho de otro modo, nuestra fe fundamenta y sostiene todos y cada una de las esperanzas de la vida en curso. En otras palabras, la experiencia cristiana ha superado la sospecha hacia una esperanza alienante: el presente carece de futuro, si el futuro no transforma el presente"
Keka Lorenzo de Astorga
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