En el libro del Génesis se nos dice que Dios hizo al hombre para que trabajara; para que cultivara el jardín del Edén. El cultivo requiere abono, cuidados, quitar malas hierbas, paciencia, y recogida gozosa de los frutos.
El verbo latino collere significa cultivar y este término se relaciona con la noción de cultura. La cultura supone, por tanto, trabajar con cariño, haciendo las cosas –procurando hacerlas- con “artesanía”. En ocasiones tendremos trabajos que nos gusten más y otras veces tendremos que afrontar trabajos más duros.
Jesucristo dice “Mi Padre siempre trabaja” (Jn 5, 17). Sabemos que Dios es Amor. Existe una relación entre Amor y trabajo: trabajo de Dios.
El cristiano puede hacer del trabajo oración, unión con Dios, procurando saber “materializar” el cristianismo. Esto implica la exigente y estupenda tarea de llenar el trabajo de caridad y, por supuesto, de competencia profesional.
José Ignacio Moreno
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