La muerte de una persona joven, cualquier desgracia imprevista o la panorámica de las injusticias del mundo seleccionadas por los medios de comunicación pueden hacer que, en ciertas ocasiones, se tambalee nuestra comprensión del sentido de la vida. Pero junto a estas realidades duras también hemos de saber que se nos escapa gran parte “del guión de la película”.
La filosofía nos ha hablado con frecuencia del principio de no contradicción como primera y fundamental regla de la realidad: “una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido”. Sin este principio no se podría ni pensar: se estaría admitiendo entonces una cosa y su contraria a la vez. De todos modos no parece que esta máxima filosófica aporte mucho consuelo a los reveses serios de la vida. Sin embargo ofrece una idea fundamental: el absurdo radical es imposible; no por optimismo, sino por lógica.
Los llamados “renglones torcidos de Dios” suponen una asignatura de extraordinario interés que supera el conocimiento filosófico, sin contradecirlo. Vallejo Nájera pone en uno de los personajes de su novela “Concierto para violines desafinados” un verso digno de reproducirse:
“Baja y subirás volando/ al cielo de tu consuelo, /porque para subir al cielo,
/se sube siempre bajando”.
Es experiencia universal que la enfermedad puede hacernos más comprensivos con los demás. El fallecimiento de un ser querido nos recuerda las verdaderas dimensiones y límites de esta vida. Las guerras y calamidades están clamando que este mundo está en sí mismo mutilado. Frente a la tentación del absurdo, amarga y contradictoria desde la perspectiva de la experiencia sensible, la petición de complemento de sentido de la vida se hace necesaria y razonable. Vemos entonces como la Revelación cristiana plantea respuestas, no evidentes, pero satisfactorias.
¿Puede haber algo más aparentemente contradictorio que un Dios ejecutado de una manera infamante? Sabemos por la fe, avalada por la historia, que esta ha sido la elección de Dios para justificar al mundo. Lo explica Juan Pablo II en “Fides et ratio”, 23: “... La relación del cristiano con la filosofía, pues, requiere un discernimiento radical. En el Nuevo Testamento, especialmente en las Cartas de san Pablo, hay un dato que sobresale con mucha claridad: la contraposición entre « la sabiduría de este mundo » y la de Dios revelada en Jesucristo. La profundidad de la sabiduría revelada rompe nuestros esquemas habituales de reflexión, que no son capaces de expresarla de manera adecuada.
El comienzo de la Primera Carta a los Corintios presenta este dilema con radicalidad. El Hijo de Dios crucificado es el acontecimiento histórico contra el cual se estrella todo intento de la mente de construir sobre argumentaciones solamente humanas una justificación suficiente del sentido de la existencia. El verdadero punto central, que desafía toda filosofía, es la muerte de Jesucristo en la cruz. En este punto todo intento de reducir el plan salvador del Padre a pura lógica humana está destinado al fracaso. « ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el docto? ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no entonteció Dios la sabiduría del mundo? » (1 Co 1, 20) se pregunta con énfasis el Apóstol. Para lo que Dios quiere llevar a cabo ya no es posible la mera sabiduría del hombre sabio, sino que se requiere dar un paso decisivo para acoger una novedad radical: « Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios [...], lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es » (1 Co 1, 27-28). La sabiduría del hombre rehúsa ver en la propia debilidad el presupuesto de su fuerza; pero san Pablo no duda en afirmar: « pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte » (2 Co 12, 10). El hombre no logra comprender cómo la muerte pueda ser fuente de vida y de amor, pero Dios ha elegido para revelar el misterio de su designio de salvación precisamente lo que la razón considera « locura » y «escándalo ». Hablando el lenguaje de los filósofos contemporáneos suyos, Pablo alcanza el culmen de su enseñanza y de la paradoja que quiere expresar: « Dios ha elegido en el mundo lo que es nada para convertir en nada las cosas que son » (1 Co 1, 28). Para poner de relieve la naturaleza de la gratuidad del amor revelado en la Cruz de Cristo, el Apóstol no tiene miedo de usar el lenguaje más radical que los filósofos empleaban en sus reflexiones sobre Dios. La razón no puede vaciar el misterio de amor que la Cruz representa, mientras que ésta puede dar a la razón la respuesta última que busca. No es la sabiduría de las palabras, sino la Palabra de la Sabiduría lo que san Pablo pone como criterio de verdad, y a la vez, de salvación.
La sabiduría de la Cruz, pues, supera todo límite cultural que se le quiera imponer y obliga a abrirse a la universalidad de la verdad, de la que es portadora. ¡Qué desafío más grande se le presenta a nuestra razón y qué provecho obtiene si no se rinde! La filosofía, que por sí misma es capaz de reconocer el incesante transcenderse del hombre hacia la verdad, ayudada por la fe puede abrirse a acoger en la « locura » de la Cruz la auténtica crítica de los que creen poseer la verdad, aprisionándola entre los recovecos de su sistema. La relación entre fe y filosofía encuentra en la predicación de Cristo crucificado y resucitado el escollo contra el cual puede naufragar, pero por encima del cual puede desembocar en el océano sin límites de la verdad. Aquí se evidencia la frontera entre la razón y la fe, pero se aclara también el espacio en el cual ambas pueden encontrarse”.
José Ignacio Moreno Iturralde
2 comments:
Puedo decir que,durante estos años,se ha ido perdiendo el ambiente creyente que existia en el hogar.Han desaparecido,gran parte,los signos religiosos,se han perdido costumbres cristianas,apenas se habla de religión,cada vez es más raro que la familia se reúna para compartir su Fe o hacer oración.Se puede decir que la familia va dejando de ser una escuela de Fe.Lo que se transmite en muchos hogares no es Fe,si no indiferencia y silencio religioso.
Necesitamos personas como Uds.reforzando la Fe cristiana católica.
Que Dios os bendiga. www.martin-almiron.com
Y a ti también, amigo. Muchas gracias.
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