INTROD, domingo, 23 julio 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI expuso este domingo las lecciones que ha dejado a los cristianos de todos los tiempos María Magdalena, «discípula» de Jesús, «testigo de la potencia de su amor misericordioso, que es más fuerte que el pecado y la muerte».
El Papa recordó la figura de esta mujer, «que en los Evangelios desempeña un lugar de primer orden», un día después de que la Iglesia celebrara su memoria litúrgica.
Escuchaban sus palabras varios miles de personas en Les Combes, localidad de los Alpes italianos en la que transcurre sus vacaciones, al rezar la oración mariana del Ángelus.
La figura de la Magdalena ha sido motivo de debate con la publicación del libro «El Código da Vinci» de Dan Brown, y con la presentación de la posterior película cinematográfica, en donde aparece como mujer de Jesús y madre de un supuesto hijo suyo.
El Evangelio de San Lucas, recordó por su parte el Papa, «la presenta entre las mujeres que habían seguido a Jesús después de haber “sido curadas de espíritus malignos y enfermedades”, precisando que de ella “habían salido siete demonios”».
«Magdalena estará presente bajo la Cruz, junto con la Madre de Jesús y otras mujeres –siguió diciendo--. Ella descubrirá, en la mañana del primer día después del sábado, el sepulcro vacío, junto al que permanecerá llorando hasta que no se le aparecerá Jesús resucitado».
Según Benedicto XVI, «la historia de María de Magdala recuerda a todos una verdad fundamental: discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por él, y le ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo de la potencia de su amor misericordioso, que es más fuerte que el pecado y la muerte».
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