Los pesimistas se quejan; pero los santos ven, reflexionan y actúan. Nos entristecemos porque muchos jóvenes no pisan en la iglesia, pero... ¿qué hacemos para atraerlos? Los santos imaginan nuevas formas de apostolado y de presencia y se lanzan; sueñan y hacen realidad su sueño de apostolado fecundo y alegre, a veces original. ¿No nos impacta el testimonio de apostolado joven en la playa, de un párroco italiano, don Vito, y un grupo de jóvenes, los "Sentinelles" o Centinelas ( eso quería Juan pablo II que fueran todos)? Desde hace dois años, se han lanzado a la arena-nunca mejor dicho-, con una barca sosteniendo la custodia, una Cruz grande con un salvavidas a los pies, un icono de la Virgen y dos sillas, una para el confesor y otra para el penitente. Esa es su capilla, con una tela para el que se quiera hacer oración en la playa ante Jesús Sacramentado, adorado por los jóvenes "Sentinelas" en la noche (en la noche, como Nicodemus). Los hombres tenemos sed de Dios, y la capilla de la playa se les queda pequeña. Al enterarme, he evocado a aquel grupo de jóvenes que en Cáceres y otras ciudades extremeñas, recorrían por los años 60 las calles céntricas invitando a una Misa de los sábados en honor de la Virgen, a Cenáculos de oración y a Círculos de Estudios (reuniones formativas). Era impresionante la siembra y no lo era menos la cosecha. ¿No hará falta hoy, repetir ese apostolado, alma por alma? ¿Creemos que van a conocer a Jesús si no se les presenta y si la cobardía o el pasotismo invade el corazón del joven católico? A los jóvenes hay que salirles al encuentro allí en donde quiera que estén. Pero los jóvenes apóstoles necesitan ser alentados por sacerdotes que no se duerman, centinelas ellos también; sacerdotes santos y valientes, a los que les duela Cristo y, por ello, las almas.
Josefa Romo.Cáceres
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