Wednesday, July 05, 2023

"Rising child" y la sonrisa a la vida.


Es una buena actitud la de sonreírle a la vida. Resulta fácil cuando la vida nos sonríe, por ejemplo: tomándonos algo rico en una terraza, con vistas al Cantábrico. Sin embargo, no parece nada sencillo mantener un ánimo alto si uno es un refugiado, que huye de su hogar por el horror de una guerra.

Sea como fuere la situación que nos circunda, el espíritu personal puede poner buena parte de las reglas de juego. Una buena formación intelectual y moral nos capacita entender que la vida en la que estamos inmersos es una rotunda afirmación. Los sucesos lamentables que ocurren no pueden reducir al sinsentido a la existencia de las personas. Lo contradictorio, lo absurdo, en definitiva: lo malo, no tiene fuerza para generar la realidad, cuya arquitectura de significado y belleza es enorme. La mezcla de azar y evolucionismo sin norte no llega a ninguna parte; ni parte de ninguna certeza sólida.

Sabernos queridos por quien nos importa nos llena de sentido. Amar es como decir “es bueno que existas”, decía Joseph Pieper. El amor requiere siempre confianza; por esto, aunque no sea evidente, puedo llegar a tener la certeza de que un gran amor afirma mi vida. Un amor que me constituye y renueva. Pero el peso de la precariedad puede hacer, a veces, que se diluyan estas nobles ideas. Entonces, y siempre, es el momento de ponerlas en práctica: aguantar a un familiar que no luce hoy su mejor yo, ser comprensivo con un adolescente o, lo que es más difícil, con uno mismo.

Quiero destacar un tipo primordial de afirmación: la de la vida del que quiero llamar “rising child”, el niño naciente, el que va a nacer pero todavía se están gestando, como nuestra sonrisa a la vida. Acoger la vida del hijo que viene de camino, previsto o no, es un gran acto de humanidad. Puede resultar un serio imprevisto en algunos casos, pero esto no puede justificar la barbaridad de quitarle la vida. Como afirmaba el profesor Leonardo Polo “abortar es matar una sonrisa”.

Al afirmar la vida, con toda radicalidad, descubrimos algo novedoso y fantástico: la afirmación que un niño naciente hace de la vida. Con que ingenuidad, inconciencia, pureza y confianza, este nuevo ser humano ilumina con su mirada la vida, especialmente la de sus padres. Proteger, cuidar y respetar esta vida es un modo humanísimo y precioso de decir sí a la existencia, de sonreír a la vida.



José Ignacio Moreno Iturralde

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