Tener fuerza de voluntad es algo de enorme
importancia. Esta capacidad se ejercita con la repetición de actos. Una persona
puede cambiar, en parte gracias a su voluntad. La vida tiene muchas ocasiones
en las que hay que hacer necesidad virtud, y tirar para adelante. Es bueno
tener sentimientos que nos ayuden a esto, pero pienso que no son lo decisivo.
Hacer recaer la decisión de un acto sobre los sentimientos o el estado de ánimo,
es una opción muy insegura y algo individualista.
Por otra parte, un estilo de vida
voluntarista, donde todo se rija por el deber cumplido, tiene los días contados
y puede destruir a la persona. Estamos más hechos para la felicidad que para
cumplir el deber. ¿Y qué significa ser feliz? Saberse querido y querer. La vida
es un descubrimiento de estos dos factores complementarios. Cuando me sé
querido por alguien importante, y que me importa, me lleno de sentido. Me
valoro como bueno cuando alguien que quiero me ve de esa manera. Si mi bondad
es valorada exclusivamente por mí mismo, se hace un juicio poco convincente.
La voluntad quiere buscar el bien, que la
inteligencia ha descubierto como verdad. El ejercicio de la voluntad requiere
de las virtudes, hábitos positivos que nos hacen mejorar. Pero las virtudes son
medios, no fines; del mismo modo que un cuchillo y un tenedor facilitan comer,
pero no se comen.
En la voluntad tiene su cabida una
facultad misteriosa y específicamente humana: la libertad. Influida por la
inteligencia y por el corazón, la persona es capaz de tomar decisiones libres
que comprometen la vida. Tan solo con este tipo de opciones muy personales, que
no son obligatorias, la vida humana cobra pleno sentido. El amor -el acto del
corazón- es el que activa la libertad de un modo más profundo. Un amor que ha
de ser interpretado en su veracidad por la inteligencia, así como sostenido y
madurado por la voluntad.
Siendo la voluntad una capacidad tan personal, hemos visto que en buena parte es activada desde fuera de nosotros mismos. La persona no está hecha para estar sola, sino para compartir la vida con sus seres queridos. Este es el motivo de que la familia sea uno de los motores más decisivos de la voluntad.
José Ignacio Moreno Iturralde
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