Friday, September 02, 2022

La activación de la voluntad.

Tener fuerza de voluntad es algo de enorme importancia. Esta capacidad se ejercita con la repetición de actos. Una persona puede cambiar, en parte gracias a su voluntad. La vida tiene muchas ocasiones en las que hay que hacer necesidad virtud, y tirar para adelante. Es bueno tener sentimientos que nos ayuden a esto, pero pienso que no son lo decisivo. Hacer recaer la decisión de un acto sobre los sentimientos o el estado de ánimo, es una opción muy insegura y algo individualista.

Por otra parte, un estilo de vida voluntarista, donde todo se rija por el deber cumplido, tiene los días contados y puede destruir a la persona. Estamos más hechos para la felicidad que para cumplir el deber. ¿Y qué significa ser feliz? Saberse querido y querer. La vida es un descubrimiento de estos dos factores complementarios. Cuando me sé querido por alguien importante, y que me importa, me lleno de sentido. Me valoro como bueno cuando alguien que quiero me ve de esa manera. Si mi bondad es valorada exclusivamente por mí mismo, se hace un juicio poco convincente.

La voluntad quiere buscar el bien, que la inteligencia ha descubierto como verdad. El ejercicio de la voluntad requiere de las virtudes, hábitos positivos que nos hacen mejorar. Pero las virtudes son medios, no fines; del mismo modo que un cuchillo y un tenedor facilitan comer, pero no se comen.

En la voluntad tiene su cabida una facultad misteriosa y específicamente humana: la libertad. Influida por la inteligencia y por el corazón, la persona es capaz de tomar decisiones libres que comprometen la vida. Tan solo con este tipo de opciones muy personales, que no son obligatorias, la vida humana cobra pleno sentido. El amor -el acto del corazón- es el que activa la libertad de un modo más profundo. Un amor que ha de ser interpretado en su veracidad por la inteligencia, así como sostenido y madurado por la voluntad.

Siendo la voluntad una capacidad tan personal, hemos visto que en buena parte es activada desde fuera de nosotros mismos. La persona no está hecha para estar sola, sino para compartir la vida con sus seres queridos. Este es el motivo de que la familia sea uno de los motores más decisivos de la voluntad.


José Ignacio Moreno Iturralde

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