Navidades de la infancia,
mundo de magia y encanto,
cuando la felicidad era el aire,
respirado en abundancia,
y la paz con manso manto,
arropaba al Niño Dios…
Quiero siempre estar con Vos.
Después pasan muchos años,
y a veces, como la tarde,
el alma está gris y fría…
¿Qué ha pasado?
¿Qué ha borrado, toda aquella simpatía?
Desenterrando recuerdos,
cortando falsos afectos,
he buscado aquella cuna,
pesebre de infancia mía,
y la encontrado vacía.
Quizás por no ver niños que no nacieron,
o al ver otros que murieron,
o por problemas del mundo,
o por errores pasados,
o porque dicen, rotundo,
que abundan los fracasados.
En familia, puse de nuevo el Belén,
y volví a ver su sonrisa
y una vida como brisa
me hizo sentirme bien.
La cuna es mi alma Señor,
ya te veo con primor,
y los que nos dejaron,
creo que están en tu Amor.
¡Oh, que diáfana alegría!
Nueva estrella de Belén:
saber que naces también
en esta pobre alma mía.
José Ignacio Moreno Iturralde
No comments:
Post a Comment