Friday, December 24, 2021

El Belén de la alegría

Tendríais que haber visto a mi madre preparando el Belén. Con qué salero, arte y rapidez, ponía las montañas de corcho, el serrín, el musgo, las ovejas, un río alargado con papel de plata, los pastores, y la gruta con Jesús, María y José. También el pajolero castillo de Herodes. Que no me olvide de recordar a los ángeles, así como un espléndido cielo azul oscuro, iluminado por la estrella que guió a los Reyes Magos. Qué docilidad inerme la de estas figurillas, puestas en un lado o en otro. 

Desde aquél universo infantil de felicidad intensa, han pasado muchos años y muchas cosas. Volvemos ahora a contemplar el Nacimiento, con más profundidad, de un modo muy personal, adorando al Niño Dios y contándole nuestras cosas. Entre ellas la ausencia de algunas figuras, pero de las que estaban fuera del corcho y de los muñecos: familiares y amigos muy queridos, que ya no están entre nosotros. Pero el Belén es un misterio, siempre abierto a nuevas experiencias... 

Quizás el Belén seamos nosotros mismos y el Niño Dios, por Quien todo fue hecho, nos mueve y sitúa según su Voluntad. Cuenta con nuestra libertad, pues somos personajes que junto al barro de la tierra tenemos la imagen y semejanza de Dios. Por esto, es buena y sabia cosa dejarnos guiar por Él y por su estrella; aunque a veces se recorran valles oscuros y pasos difíciles.

Es el misterio de Belén el que explica el nuestro, el que endereza nuestros caminos, el que explica nuestras vidas. Entre la humildad se sus figuras, se esconde la luz y la Gloria de Dios que va configurando, con el modesto material de nuestros años, una vida nueva. Así como el Belén de mi madre representaba humana y sencillamente el misterio de Dios hecho hombre; Cristo vivo va configurando divinamente, con humilde materia, nuestro nacimiento y desarrollo a una vida maravillosa, que tendrá su plena expansión en el Cielo: la vida de los hijos de Dios. Viendo de nuevo el Belén, tenemos la fe bendita de que nuestras queridas figuras ausentes, nos miran con cariño desde la Navidad definitiva. Parece que nos dicen: ánimo, con alegría, ir hacia el Belén… y llevar a mucha gente.


José Ignacio Moreno Iturralde

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