y bañarse en la luz de la mañana.
Mamá atareada, colacao y tostadas,
los hermanos ya juegan con historias inventadas.
Papá poda el seto; y en su rama, canta el verdín;
surge tumultuoso el trajín:
bicicletas, subidas al monte, excursiones,
balones, risas y empujones.
Infancia de músculos desplegados,
de horizontes abiertos, de sueños dibujados,
en el azul pálido del cielo, en el anochecer
estrellado,
recorriendo un camino por los grillos encantado,
o al curar una herida tras caerse en la bicicleta,
o al beber en una fuente, tras haber llegado a meta.
Juego y luz que el niño vive en su alma impetuosa,
guían su visión del mundo, que resulta novedosa.
Luz de la vida y de la familia, luz de la infancia,
luz que ilumina la muerte y que rompe la arrogancia,
sonrisas que dan sentido hasta lo más tenebroso,
porque el saberse hijos es siempre más luminoso.
José Ignacio Moreno Iturralde
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