En la Exhortación Apostólica
Amoris Laetitiae, 84-85, el Papa Francisco dice: "me parece muy importante
recordar que la educación integral de los hijos es «obligación gravísima», a la
vez que «derecho primario» de los padres. No es sólo una carga o un peso, sino
también un derecho esencial e insustituible que están llamados a defender y que
nadie debería pretender quitarles. El Estado ofrece un servicio educativo de
manera subsidiaria, acompañando la función indelegable de los padres, que
tienen derecho a poder elegir con libertad el tipo de educación —accesible y de
calidad— que quieran dar a sus hijos según sus convicciones. La escuela no
sustituye a los padres sino que los complementa. Este es un principio básico:
Cualquier otro colaborador en el proceso educativo debe actuar en nombre de los
padres, con su consenso y, en cierta medida, incluso por encargo suyo. Pero se
ha abierto una brecha entre familia y sociedad, entre familia y escuela, el
pacto educativo hoy se ha roto; y así, la alianza educativa de la sociedad con
la familia ha entrado en crisis.
La Iglesia está llamada a colaborar, con una acción pastoral adecuada, para que los propios padres puedan cumplir con su misión educativa. Siempre debe hacerlo ayudándoles a valorar su propia función, y a reconocer que quienes han recibido el sacramento del matrimonio se convierten en verdaderos ministros educativos, porque cuando forman a sus hijos edifican la Iglesia, y al hacerlo aceptan una vocación que Dios les propone."
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