Sunday, October 20, 2019

Fidelidad matrimonial y educación



Los profesores somos conscientes de la importancia de la unidad familiar sobre cada uno de nuestros alumnos. El cariño de una familia es de un valor insustituible para los hijos y las hijas. Toda la educación académica descansa sobre la educación afectiva, cuya protagonista principal es la familia.

Los hijos son un gran motivo para la fidelidad matrimonial; pero el amor conyugal se ve sometido, en ocasiones, a pruebas y arideces. Sin embargo, la renovación cotidiana del sí al amor conyugal genera personalidades maduras y familias felices. Es verdad que pueden darse situaciones difíciles y, tal vez, insostenibles, pero lo más habitual será educar el corazón en cosas pequeñas de cada día: saber ceder, pedir perdón, pensar en los demás…

El corazón puede ser algunas temporadas el loco de la casa. En ocasiones anhela aventuras y caminos inexplorados que, de seguirse, podrían conducir a barrancos de fracaso. La vida cristiana refuerza y renueva la vida familiar, repleta de alegrías y de sacrificios. El trato con Dios nos ayuda a descubrir que el problema de lo que nos ocurre, muchas veces no está fuera sino dentro de nosotros mismos.

Pienso que una ruptura familiar no debe asociarse con un fracaso definitivo, porque hay renglones torcidos que pueden llegar a componer una sabia escritura. Pero lo que nuestra sociedad no puede olvidar, es que la fidelidad conyugal ayuda poderosamente a la felicidad de los hijos y al revés: la felicidad de los hijos refuerza la unidad de los esposos y su felicidad personal.


José Ignacio Moreno Iturralde

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