Las diferencias
entre marido y mujer, entre hermano y hermana, o entre suegra y nuera, son
marcadas como cordilleras. Todos estos contrastes tienen como telón de fondo la
fidelidad matrimonial, algo que requiere de mucho amor y de mucho esfuerzo -quizás
sean lo mismo-. Simultáneamente esta institución, donde la donación
mutua fortalece la personal identidad, es cuna de humanidad, de igualdad y de
justicia. De igualdad porque en la familia se quiere a cada uno por sí mismo:
todos son valorados con idéntica dignidad. De justicia porque la familia es la
empresa más solidaria y menos individualista que existe. De humanidad porque el
ser humano es nuclearmente familiar.
Puede que existan actualmente
muchas crisis y muchas rupturas, pero esto no anula la dimensión familiar de
los hombres. Los árboles pueden torcerse, pero también tienen la capacidad de
enderezarse y de resurgir hacia lo alto. La familia es la garantía de que la
igualdad y la justicia se basan en el amor personal.
José Ignacio Moreno Iturralde
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