Hace décadas muchas leyes protegían la vida del ser humano
no nacido, así como la estabilidad del matrimonio. Hoy no sucede así, en muchos
países. Quizás lo que se ha deteriorado es el espíritu de aquellas leyes: el valor
y la dignidad grandiosa de cada vida humana; así como la íntima relación del
amor y la fidelidad conyugal. Lo que sí se puede hacer es procurar vivir este
espíritu personalmente, y dar a conocer su fantástico atractivo.
José Ignacio Moreno Iturralde
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