El viernes pasado estuve en la
Catedral de Alcalá de Henares, en las Confirmaciones de algunos alumnos. Me hacía gracia
ver a cada uno de ellos: uno más alto, otro más bajo, aquél algo más gordito,
otro más espigado. Junto a ellos, estaban elegantes y simpáticos los padrinos y
las madrinas: algunos eran los abuelos, u otros familiares, o amigos ya confirmados. Me conmovía cómo todos iban avanzando hacia el altar seguros,
contentos. Pensaba en el inmenso cariño que Dios tiene por cada uno de sus
hijos, y cómo nuestra Santa Madre Iglesia nos lo hace ver de un modo tan claro.
No comments:
Post a Comment