En la Misa se ofrece el pan y el vino confeccionados a través del trabajo del los hombres. Pan y vino que, según la fe católica, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo glorioso. En la ofrenda del pan y del vino los fieles asistentes a la Eucaristía pueden ofrecer a Dios su trabajo y su propia vida, asociándose a la entrega total del Redentor.
En cierta ocasión escuché que la Eucaristía es Dios que nos dice: déjame vivir contigo tu vida para que tú puedas vivir conmigo la Mía.
La unión física con el Señor sacramentado ha de llevarnos a una identificación con su Voluntad en la vida corriente de cada día, donde el trabajo ocupa buena parte de nuestra jornada. San Josemaría insistía en la idea de poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades nobles de los hombres. Esto nos puede ilusionar para ser muy buenos profesionales al servicio de los demás.
José Ignacio Moreno Iturralde
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