Sunday, November 20, 2022

Compañía y plenitud.


Necesitamos tener satisfacciones materiales e inmateriales: una buena comida o una oposición ganada. Entre todas ellas destaca el saberse querido, especialmente por las personas que más nos importan. En las relaciones humanas se juega gran parte de nuestra felicidad.

La apertura a los demás, el servicio alegre y la generosidad, son fuente de alegría. Saber apreciar y valorar a las personas con quienes convivimos es frecuentemente correspondido. Una persona amable y animante sabe hacer familia y amigos. Sin embargo, los otros pueden fallar -como también nosotros- y, además, algunos seres queridos se nos van distanciando con el paso del tiempo. El corazón humano es un pozo sin fondo: está hecho para compartir la vida con nuestros semejantes, y nunca se satisface del todo por muchos que conozcamos y apreciemos. Desde luego, también es necesario tener espacios de cierta soledad en la que nos dejen en paz.

El cristianismo llena este afán de compañía al darnos a conocer que Dios es un ser personal, al que podemos hablar como a un amigo. El trato con Él está entrelazado con el trato con los demás: ayuda a renovar nuestras relaciones familiares, de amistad y de ciudadanía. Es verdad que el lenguaje divino es diferente y requiere de una peculiar disposición de fe y de escucha, especialmente humilde. También es bueno valorar que este trato no es pesado y abrumador, sino lleno de paz. Por este motivo, aunque pueda sufrir, el cristiano nunca se sabe solo, sino íntimamente acompañado por quien es el más capaz de hacer feliz nuestra existencia, ya en este mundo.


José Ignacio Moreno Iturralde

No comments: