Sunday, October 16, 2022

Un grandioso inconformismo.


La dimensión física de la sexualidad es algo propio de nuestro cuerpo. Se trata de una estupenda realidad; gracias a la que existimos. Sin embargo, puede llevarse a cabo de un modo desordenado, provocando problemas en uno mismo y en los demás. Cuando se vive con acierto, espera, inteligencia, respeto y amor, da lugar a una fantástica aventura: la familia. Y es en la familia donde la sexualidad conyugal se trasciende y puede encontrar su dimensión más profundamente humana.

Respecto a la voluntad, tenemos nuestros objetivos y propósitos. Nos encanta, como es lógico, que todo salga como prevemos. Pero, de vez en cuando, la vida nos sorprende con imprevistos y cambios de rumbo. A veces se trata de sorpresas muy gratas, y en otras ocasiones se nos presentan acontecimientos francamente desagradables. En cualquier caso, la voluntad no puede funcionar como un GPS predeterminado. La existencia es demasiado grande para encerrarla en nuestros esquemas. Conviene tener esto en cuenta porque realizarse no es siempre cumplir la propia voluntad, sino adecuarse y abrirse a una realidad que nos supera con mucho. Es esto precisamente lo que nos puede hacer grandes. El amor también tiene que ver con esto: modificar la propia voluntad por la persona querida.

La inteligencia quiere saber: nos gusta conocer personas, lugares y cosas distintas. Poco a poco, nos vamos haciendo una idea de la vida. Pero hay acontecimientos que desafían a la mente, porque nos resultan muy difíciles de asumir. Por otra parte, necesitamos saber más de lo que vemos porque la realidad esconde el misterio de su porqué. La inteligencia está naturalmente abierta a las preguntas profundas sobre el sentido de la vida, del amor, del dolor y de la muerte. No se puede vivir una vida plena sin acometer estas cuestiones, y encontrar alguna respuesta.

Hay gente que aspira solamente a tener un buen trabajo y una posición desahogada, dentro de una satisfacción afectiva suficiente. El final de la vida sería para ellos una “lógica” aniquilación y caída en la nada, después de un conjunto de acontecimientos proporcionalmente favorables. Se trata de un conformismo chato y totalmente insuficiente, que deja en la cuneta de la historia a muchísimos desfavorecidos y en el olvido del sinsentido al conjunto de la humanidad.

La fe cristiana, sin embargo, ofrece un complemento inagotable de sabiduría, que supera la razón humana sin oponerse a ella. Su libre aceptación no es fruto de un mero mecanismo racional, sino de un don que colma toda aspiración humana. No se trata de creer en algo, sino en alguien. Supone darse cuenta de que tras la inmensidad del cosmos, hay un Corazón personal. Esta lógica de la confianza es la que catapulta la vida cotidiana, sin abandonarla, a un infinito de conocimiento y de amor a lo grande. Por este motivo, vivir según la revelación cristiana es el más grande y maravilloso de los inconformismos humanos. Algo lleno de sentido eterno que, paradójicamente, nos lleva a conformarnos con días normales y corrientes, pero que transcurren con la estrella de una vocación divina.


José Ignacio Moreno Iturralde

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