Es un buen servicio a los
alumnos y sus familias, una atención personalizada a través de las tutorías. De
especial relevancia son estas conversaciones en edades escolares. Los colegios
e institutos que incorporan a su estilo una educación personalizada, tienen en
las tutorías un medio excelente para conseguir una notable mejora escolar. Junto
al profesor tutor de la clase, que aborda temas generales de ese curso, está la
figura del tutor personal. Se trata del mismo tutor de clase, u otro profesor, que
habla periódicamente con unos cuantos alumnos; así como de vez en cuando con
sus familias. Los problemas prácticos que lleva consigo esta tarea para
llevarse a cabo, es la falta de tiempo o el no tratarse generalmente de una
ocupación urgente.
Pienso que un buen
profesor o profesora debe preocuparse esmeradamente del rendimiento de sus
alumnos. No es buena práctica pedagógica desentenderse de los resultados de las
evaluaciones, considerando que eso es problema exclusivo de cada chico o chica.
Lógicamente, no se puede sustituir a los escolares en el esfuerzo y estudio
personal. Pero siempre es posible hacer algo para aumentar la comprensión, la
motivación y el ánimo de los jóvenes. A un profesor competente le da satisfacción
ver que sus alumnos terminan el curso con unos buenos resultados académicos.
Por supuesto, contando con una exigencia que no regala las notas.
Con todo este trabajo, la
práctica de las tutorías puede relegarse a un segundo o tercer lugar; o incluso
no llevarse a cabo. Sin embargo, una auténtica educación personalizada no puede
desentenderse de una atención más global y eficaz de cada alumno. Sin invadir
campos propios de la familia, y con un exquisito respeto a la libertad, las
tutorías son un elemento de mejora para la profesionalidad de los educadores.
Esto es así, si realmente se quiere llegar a una educación de alta calidad y
llena de sentido humano. Si las tutorías con los alumnos y con sus familias forman
parte del núcleo de la educación, y no de la periferia, llegaremos a una
educación más nuclear y menos superficial. Las clases suman destrezas y conocimientos;
las tutorías pueden multiplicarlos, porque ayudan a potenciar individualmente las
capacidades personales de los alumnos.
José Ignacio Moreno Iturralde
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