Sunday, November 07, 2021

Estudio: inteligencia, voluntad y corazón.


 

Hay una característica muy propia del buen estudiante: su capacidad de concentración. Lógicamente variará según la edad, pero es muy diferente que un chico o una chica tenga capacidad de escuchar y atender; o, por el contrario, que se distraiga y disperse con enorme facilidad. En esto hay, sin duda, factores fisiológicos y temperamentales; pero también influyen poderosamente la libertad y la virtud personales.

Cuando un alumno se encuentra bien escuchando una clase, y aprovechándola, significa que tiene dominio sobre sí mismo. Esto hace que vaya fraguando una personalidad más fuerte. El esfuerzo en su estudio personal, en los trabajos que se le mandan y en la preparación de exámenes, refleja que ese estudiante se hace responsable de sus propias obligaciones. Este discurso de la virtud y de la fuerza de voluntad puede no estar de moda, pero es absolutamente nuclear en la vida de todo estudiante.

Para que un joven esté centrado en sus estudios es necesario que antes lo esté en su vida afectiva. Un chico o una chica que vive en un entorno familiar de cariño y amable exigencia, tiene lo fundamental para estar centrado en la vida. Sin esto, su capacidad de ánimo puede estar seriamente minada para afrontar sus estudios. Todo joven necesita que alguien crea en él, o en ella, le anime y le exija de un modo cordial y positivo. El corazón abre las posibilidades de la inteligencia y estimula a la voluntad.

Por otra parte, las razones del déficit de rendimiento escolar pueden ser muy variadas; incluso médicas. Los trastornos de aprendizaje más comunes tienen que ser diagnosticados y tenidos en cuenta por la familia, los profesores, y por los propios protagonistas que los sufren. Lo que es importante es hacer ver en esa dificultad una oportunidad de crecimiento personal. Todos los seres humanos tenemos limitaciones de un tipo o de otro. Saber gestionarlas es de vital importancia para sobreponernos y madurar.

El esfuerzo en el aprendizaje debe atender a la diversidad de los alumnos: con una atención tutorial personalizada y con el apoyo de los orientadores escolares. También debía serlo con una trayectoria escolar más plural y diferenciado, según las capacidades y aptitudes de los alumnos. El sistema educativo actual, al menos en España, sigue siendo en mi opinión muy uniformizador. Un concepto igualitario de la enseñanza lleva metiendo en la horma del mismo zapato a multitudes de estudiantes. Va siendo hora de un planteamiento menos ideológico, más libre y plural de la educación. No hay un solo camino para llegar a la meta; hay muchos, y es importante descubrir cuál es el mejor para cada alumno y alumna. En este sentido me parece importantísimo desarrollar una Formación Profesional de prestigio, desde edades más tempranas a los dieciséis años. Existen referencias suficientes para lograrlo, si hay una auténtica voluntad de servicio a los alumnos y a sus familias.

Otro aspecto de vital importancia es la capacidad del profesor por transmitir entusiasmo e interés hacia sus asignaturas. El arte de la enseñanza donde se conjugan autoridad, conocimiento, orden, pedagogía y sincera preocupación por los alumnos, es algo que no se improvisa. Requiere mucho tiempo, esfuerzo y motivación. Por este motivo, el cuidado y promoción de los profesores es clave para la educación; es decir: para el futuro del país. Estoy convencido de que un país donde la profesión de docente sea prestigiosa tiene una capacidad de desarrollo enorme.


José Ignacio Moreno Iturralde

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