Monday, November 01, 2021

El mensaje animante de los difuntos

En los dos primeros días de noviembre, los cementerios parecen convertirse en pueblos llenos de movimiento. Miles de familias llevan flores y visitan las tumbas de sus difuntos. Es como si la muerte no tuviera fuerza para romper los lazos familiares. Los cristianos creemos en la vida eterna y en que volveremos a ver a nuestros seres queridos; pero de momento la barrera parece infranqueable. Nos gustaría escuchar alguna palabra suya en nuestro interior, o atisbar alguna señal de ellos; pero no parece que ocurra así. A lo mejor es porque no empleamos un método adecuado. El don de la fe nos dice que los difuntos, que murieron en amistad con Dios, viven personalmente en Él. Y a Dios se llega por la humildad y la oración. Cuando procuramos elevar la mente y el corazón al Señor, dentro de lo personalísimo que esto resulta, no es difícil conectar con las ideas clave de la vida y darnos cuenta de lo verdaderamente importante. Entonces, al rezar contemplando la vida de nuestros difuntos, podemos entender con claridad algunas referencias de ánimo y de conversión, de paz y seguridad. Una oración sosegada es el mejor modo de escucharles. Ellos vivieron, trabajaron, rieron, lloraron, nos sacaron adelante, y lucharon contra sus defectos. Si procuraron hacer la voluntad de Dios, pueden experimentar ahora un periodo de purificación de sus almas, como antesala al Cielo, o estar ya el él con la compañía maravillosa de la Virgen María y de todos los santos. Esto último es por lo que rogamos, acogiéndonos a la misericordia divina.

Nosotros tendemos a percibir que lo más real es lo material que nos rodea. Sin embargo, las biografías de los que nos dejaron están inmersas, sin perder su personalidad, en la fuerza y consistencia de la vida de Dios. Algunos autores espirituales explican que en este mundo vemos el tapiz por el lado de los nudos, y que los colores y formas definitivas solo se contemplan en la eternidad. Las cosas importantes son, a veces, al revés de como parecen. Ya lo dice Jesús en el evangelio: “… ¿No habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados ”(Marcos 12, 18-27).

 

José Ignacio Moreno Iturralde

2 comments:

Xavier Muñoz Pellín said...

Excelente, muy teológico y animante.

Jose Ignacio Moreno said...

Muchas gracias.