El mundo tiene serios problemas; por ejemplo: el terrorismo
y el aborto. Personalmente podemos tener problemas de salud, familiares o
profesionales, de mayor o menor entidad. Además, uno puede considerar con
tristeza sus propios y patentes límites. Sin embargo, los cristianos sabemos que
el mundo es bueno a pesar de sus heridas, que el dolor tiene un sentido
redentor, y que Dios nos considera hijos muy queridos, a pesar de nuestros
defectos. Por este motivo podemos esforzarnos en pensar lo que a Dios le
interesa: mejorar este mundo, como preparación de la vida eterna, empezando por
nosotros mismos y por nuestro entorno más inmediato. Es saludable no
despistarse con lúgubres presagios, y
torear con salero el día a día con el capote de la gracia de Dios.
José Ignacio Moreno Iturralde
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