Que tres alumnos de quince años queden con uno de sus
profesores una tarde de día festivo no es imposible. Pero que los cuatro queden
para ir a visitar a los personas mayores de una residencia, que no conocían de
nada, es algo más improbable. Que se entiendan perfectamente, jóvenes y mayores,
es un logro intergeneracional. Si además la cosa termina con un chocolate con
churros y todos los estudiantes se vuelven a su casa contentos, me parece que
es algo destacable. Se trata de algo que pude vivir hace tan solo dos días en
Alcalá de Henares. Lo cuento porque realmente hay planes de descanso alternativos
que, contra lo que podría parecer, dan una gran alegría a los que toman parte
en ellos.
José Ignacio Moreno Iturralde
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